Angustiada, miro por el retrovisor, pero, para mi fortuna, no hay alguien siguiéndome. Lo cual, hace que el corazón frenético, comienza a bajar su ritmo cardiaco. Suspiro profundo y sigo conduciendo por más de una hora.Aunque el recorrido hasta mi casa es de media hora, me tomo más tiempo, tomando varios caminos largos por si me ha enviado a alguien a seguirme, no pueda saber dónde vivo. Ya que, aunque vine directamente a enfrentarlo, no quiero que los niños lo vean aún. No cuando parece el asesino desalmado que recuerdo.Respiro profundo y llego a mi nueva casa, donde el mayordomo me recibe con una sonrisa. Sintiéndome a salvo, bajo del auto y cuando estoy por cerrar la puerta de este, algo rápido se acerca a mí y me coloca contra la puerta que anteriormente había usado.Su mirada roja inyectada de puro enojo, me mira fijamente mientras su cuerpo tres veces más grueso, fuerte y alto que yo, me presiona contra mi auto. Sabiendo que no puedo luchar contra su fuerza y que no puedo hace
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