La ira y la impotencia se apoderaron de él al ver a Johnny besando a Aylin, que, en un ataque de rabia, golpeó el interior de la puerta del coche, provocando un pequeño sobresalto en Chris, y en Helen, que estaba sentada a su lado. —No pasa nada, estoy aquí—, le susurró Helen a Chris, abrazándolo con fuerza para que sintiera seguridad entre sus brazos.—¡Vámonos! —, le ordenó Damián a su conductor y su voz sonaba tensa, como si estuviera al borde del abismo.—Pero papá, quiero ir con mi mamá —, protestó Chris, tratando de liberarse del abrazo de Helen.Aunque Damián no lo escuchó. El coche ya había arrancado, dejando atrás la escena que le incomodaba como ninguna otra lo había hecho jamás. «Debí ir con ella, de seguro le dirá de nuestro acuerdo», pensaba, tratando de justificar su deseo de haber intervenido.Sin importarle las miradas de Helen y Enrique, sacó su teléfono y marcó el número de uno de los escoltas de Aylin y cuando él mismo le respondió, le ordenó con tono autoritario:
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