Las cosas estaban saliéndose una vez más de control. Keila, no podía tener siquiera una vida tranquila, un solo segundo de su vida. Siempre ocurría algo, que afligía su mente, y ahora, solo se trataba de su pasado, hostigándola, sino de los sentimientos de su mejor amiga. De la única persona que estuvo sosteniéndola durante su recaída.Ella sentía, que no podía resistirlo más. En cualquier momento podría caer y no volverse a levantar, pese a que, en ocasiones, se llenaba de valentía.Es que a veces, es fácil creer que uno podría salir de su dolor, pero es más difícil de lo que parece. Keila no solo debía trabajar con sus traumas, sino también, en su amor propio, en la confianza. Muchos aspectos de su vida estaban deteriorados, y conllevaba una larga lucha, revocar las grietas.Para su buena suerte, Enzo la estaba sosteniendo, y también su amiga; una amiga, a quien temía perder.— Deja de pensar en eso, Keila. Ellos sabrán resolver sus problemas — aconsejó Enzo, envolviendo sus brazos,
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