Los días pasaron y, finalmente parecía todo encajar en su lugar, a excepción de Camila, que cada vez, parecía más molesta con todos.— ¿Qué te sucede? — peguntó el hombre a su lado, mientras ella, revisaba su iPad.— Nada — respondió tosca.Se puso de pie, y caminó hacia la botella de alcohol, para servirse un vaso. El hombre la imitó, pero en lugar de servirse en un vaso limpio, tomó de ella. En un movimiento brusco, la tomó del cabello, y la sometió a su fuerza, derramando en su boca el líquido amargo de wisky, haciéndola toser.— No olvides, quien eres y gracias a quien estás donde estás — farfulló, con voz amenazante —, de lo contrario, seguirías siendo la escoria de siempre.— Está bien — musitó ella, un poco asustada.— No me ocultes nada. ¿Me ocultas algo? — cuestionó, presionando más su agarre.Ella negó.El hombre la soltó y bufó.— No te estoy ocultando nada. Te lo juro — aseguró.— No me importa si lo haces, igual me voy a enterar. De momento, consígueme otra secretaria — m
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