En la mañana siguiente, Alex sonríe incluso antes de abrir los ojos, conmovido por la emoción de sus hijos que saltan sobre él, mientras Rebecca observa con los ojos brillando, irradiando toda su felicidad. La escena que tanto había soñado finalmente se materializa ante sus ojos, convirtiendo en realidad el deseo que tanto cultivó. Alex abre los ojos y saluda a sus hijos con una sonrisa cariñosa, abrazándolos y depositando besos afectuosos en sus frentes.– Buenos días, papá. – Dice Nicolás, radiante, continuando saltando en la cama.– Papá, papá, quiero jugar. – Murmura Olga, con un brillo de expectativa en los ojos, también saltando con entusiasmo en la cama.– ¿Morí y estoy en el cielo? – Pregunta Alex, sonriendo, mientras se acomoda en la cama y contempla a su familia. – Buenos días, mis amores.– Creo que no, mi amor, de lo contrario, yo también habría muerto. – Responde Rebecca, con una sonrisa que ilumina todo su rostro.– Ustedes son las cosas más adorables de este mundo. – Al
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