—Los médicos lo saben.No dije nada más. Me senté en una de esas sillas aun con mis oídos tapados, tan solo anoche hacíamos el amor, estábamos felices por vivir en la casa que por años ha esperado por nosotros. No sé si el tiempo pasaba, Carlos regresó, mi celular timbraba y no contestaba, luego escuchaba a Fernanda o a Carlos decir que me veían calmado, qué este estado no les gustaba, porque no he explotado.José Eduardo se sentó a mi lado. Todos los adultos habían llegado, David, Blanca, los Abdala, los L’Charme, era una escena algo surrealista, todos vestidos para una reunión especial, encorbatados y vestidos elegantes los que se lucían en una sala de emergencia. Comencé a reír, reía por ratos y luego los labios temblaban, pero no dejaba que las lágrimas me salieran, las manos comenzaron a temblarme más fuerte.—Alejo…—José, yo me muero si se me muere Virginia.—Todo va a salir bien primo, tu mujer es fuerte.—Yo soy el culpable de esto, yo traje a Sandra a nuestras vidas. ¿Cómo v
Leer más