Desde las cinco de la mañana daba vueltas y vueltas en la habitación. Necesitaba correr, me puse una sudadera, tenis, camiseta, audífonos, recogí el cabello, gorra y salí, con que corra al menos media hora, así suelto la tensión, porque la verdad me estaba ahogando por la angustia de la presentación, hoy no me tranquilizo. Salí del hotel y por la otra puerta un señor que venía ingresando se llevó por delante a una señora de avanzada edad. Pobre los dos, no me distraje, me puse a correr por la playa, al hacerlo dejé atrás los malos pensamientos, esta terapia me la obligaba a hacer Eros.Él era mi médico del alma, pasada media hora regresé, en la recepción reconfirmé que me llevaran el desayuno a la habitación, solo café y tostadas, cuando me encontraba muy nerviosa no ingiero nada hasta no haber realizado la presentación, era una costumbre desde la universidad; cuando tenía presentación comía después y eso sí, arraso con lo que encuentre. A diferencia de Alejo, él comía antes lo que
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