Veía a mi hijo tan delgado, era su soporte cuando no estaba su madre, aprovechaba esos momentos y lloraba en mis brazos. Le dije a Benjamín que, si podía entregar los resultados en menos tiempo, dijo que máximo serían en diez días, me mataba la espera. Ayer fue otra dosis de quimio, era devastador verlo como queda, es un niño de casi siete años.«Dios, quítale esa enfermedad y dámela a mí». Ya estamos en octubre, tres semanas metidas en la clínica. Desde las cuatro de la mañana Eros no dejaba de vomitar, Virginia vino a verlo con su traje especial; como si fuera una epidemióloga. Ingresaba cubierta, con tres guantes quirúrgicos, para que le quede más fácil lidiar con el niño.Pasa un tiempo con él, luego con Angélica y Ernesto andaba de escolta de su hermanita al lado de mi mamá, quien fue la que se quedó anoche. Entre ella y suegra se dividían, cuando Ana se quedaba, mi madre se encargaba de cuidar a Leonardo. Volvió a ingresar mi Belleza, la veía con la paciencia y el amor de una ma
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