Victoria hizo un gran esfuerzo, y bajó a desayunar, llegó al jardín, encontrando a Penélope, los niños y Russell Hesmer, quien, al verla, no evitó levantarse y acercarle la silla, ella sonrió, agradeció. —Buenos días, señorita Victoria, bienvenida, me alegra verla mejor, antes le agradezco, ayer cuidó a mi nieta, estaré en deuda con usted, siempre. Victoria sonrió. —No tiene que agradecerme, todo lo que importa es que Danna esté bien. Danna la miró, su rostro denotaba vergüenza y culpa. —Yo… Penélope afianzó la mirada severa sobre Danna. —Danna… —sentenció la abuela —¡Lo siento mucho, Victoria! No quise que pasara esto, ¡De verdad! Victoria sonrió, estaba cerca de Danna, tomó su mano, sorprendiéndola —No te angusties, solo no vuelvas a ponerte en riesgo, piensa en tu padre y abuela, ellos te aman mucho, no quieren verte mal. Danna sonrió y asintió. —Bueno, niños, tengo una noticia, hoy vendrá una amiga mía y de papá, cenará con él, y ustedes jugarán con la hijas de mi amiga
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