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Todos los capítulos de En los brazos del CEO: Capítulo 111 - Capítulo 120
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Capítulo 111: El poder del corazón.
Marina y Demetrius llegaron hasta Nasáu, pronto llegaron a la casa que Demetrius alquiló para pasar esa semana de luna de miel. Ella llegó, admiró el lugar, era tan hermoso, miró a la playa, que estaba tan cerca, la noche fresca, con estrellas brillantes, el mar en calma sonrió. —¿Te gusta? —¡Me encanta! Entraron a la casa, ella aún vestía de novia, estaba agotada, pero quitarse su vestido no era una opción, no, hasta cumplir la tradición, ella lo miró esperando, vio que él la miró con duda. —¿Qué pasa? —¿Qué pasa? Demetrius Vicent, ¿Olvidaste la tradición? Él rio, la miró con ojos traviesos. —¡Jamás, mi señora! —fue hacia ella, y la cargó como a un bebé, Marina sonrió, sus mejillas estaban muy encendidas. —Soñé con este momento. —¿Este momento? En que regresaste a mis brazos. Ella sonrió, asintió. —Solo quería morir y renacer en tus brazos, así es, porque te amo. —Te amo, y ahora eres mía para siempre. Demetrius la llevó hasta la alcoba, cuando entraron ella admiró el lu
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Capítulo 112: Ojos de océano y amor
Victoria y la empleada se apuraron a ir a la habitación al escuchar los gritos de Penélope. —¿Qué sucede? ¡¿Estás bien?! La mujer sollozaba, observaba esa caja de porcelana, abrazó a Victoria, pero luego su mirada se oscureció, miró a la empleada con recelo y rabia. —¡Tú! Me han robado y ¡Has sido tú! —exclamó apuntándola La empleada dio un traspié, la miró con horror, negó casi llorando. —¿Qué dice? —exclamó la empleada —¡Penélope… que has dicho…! —exclamó Victoria confusa. —¡Me han robado las joyas de mi Lucía! ¡Míralo por ti misma, su collar, sus aretes de rubís, no están! ¡Alguien los tomó! Está mujer es la única que limpia en mi habitación, ¡Ella los tiene! —¡No, señora, lo juro por Dios! Revisé mis pertenencias, juro que no hice nada malo. —Entonces, ¡¿Quién ha sido?! ¡¿Quién?! La voz de Trisha a lo lejos se acercaba a ellas. —Pero ¡¿Qué es este escándalo, querida Penélope!? Trisha miró a la mujer sollozando, se apuró a abrazarla. —¡Trisha! —¿Qué ha pasado? Cuéntame
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Capítulo 113: ¡No es papito CEO!
—¡¿Tan pronto?! —¿Pronto? Debo volver al Mediterráneo, además, luego de tu boda no me iré hasta tres meses despues, tiempo suficiente para que yo vea que el matrimonio es estable y los niños están bien. Este fin de semana, quiero que lleves a los niños de campamento, están emocionados. —Pero… es casi el fin del verano y la escuela… —La escuela puede esperar un par de días, quiero que hagas este viaje, es importante, cuando vuelvas, sí o sí, debes entregar el anillo a tu nueva prometida, pero lo harás delante de mí, créeme este campamento podría ser útil para ti, y para los niños. Por cierto, Trisha irá con ustedes, invitaré a las gemelas Vicent, y también a Victoria. —¿A Victoria? ¿No crees que es mucha gente? Penélope sonrió. —No, son esenciales para ese viaje. La mujer salió. El corazón de Russell temblaba con fuerza, miró por la ventana, los niños jugaban con Victoria, pensó en lo que ella le dijo «Sí, Victoria, soy un cobarde, y te necesito, no sé qué está pasando conmigo…
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Capítulo 114: Suplente en mi corazón
—¡¿Qué ha dicho?! ¡Es imposible! Mi madre… murió cuando me dio a luz… ella no… —el hombre dio un paso atrás, estaba tan desconcertado viendo a Tessa. La mujer le vio con ojos tristes, puso una mano sobre su hombro, tenía un gesto compasivo. —Déjame contarte todo, tienes derecho a la verdad, hijo. Los ojos de Demian se abrieron enormes, tuvo miedo, ni siquiera estuvo seguro de que la verdad lo haría libre, ahora su corazón estaba roto. —¡¿Dónde está mi madre, hermana Tessa?! Tessa se puso muy nerviosa —Ella… estaba muy enferme cuando te dio a luz, tuvo una vida difícil, los doctores dijeron que tú, no tenías modo de sobrevivir, Demian y ella y tu hermano estaban en peligro, debían irse lejos, por eso, decidió dejarte en la iglesia, en el orfanato. Los ojos de Demian se abrieron con horror y confusión. —¡¿Qué?! No entiendo nada, está diciendo que… me abandonó… ¡¿Mi madre me abandonó al nacer?! —exclamó mirándola con dolor, Tessa no quería responder, le dolía darle la respuesta.
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Capítulo 115: Me estás perdiendo
Cuando Penélope llegó a la mesa se sentó y miró a Trisha. —Quiero pedirte un favor. —Lo que sea por ti, Penélope. —¿Podrías asistir con mis nietos y mi yerno a un campamento de verano? Trisha la miró con sorpresa, y sonrió «¡Maldita sea, lo que sea menos eso, no soportaré a esos malditos mocosos!», pensó —¡Claro! Me encantaría. —Creo que eso los ayudaría a que te vieran como una nueva madre. Trisha sonrió. —¡Claro! Nada me haría más feliz. «Si ella soporta esta prueba, será una buena madre para mis nietos», pensó Victoria recibió una llamada y se acercó, lucía angustiada —¡Debo ir al hospital, parece que Ady se puso mal! Penélope se levantó —¡Dios, debería ir contigo! Russell se acercó —¿Qué sucede? —Ady se puso mal, me llamó Leonor, ella también se sintió mal cuando se enteró, me ha llamado para pedirme si puedo estar con Ady, iré de inmediato. —¡Iré contigo! —Los acompañaré. —No es necesario, Ady no te conoce —sentenció Victoria. —Es cierto, Trisha, quédate conmi
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Capítulo 116: Plan de cupido
Marina hablaba con Alana, ella le contaba sobre Ady. —Peor no tienen de que preocuparse, ellas están bien. —Entiendo, bueno, si dices que la niñera puede ir con ellas, y Russell no tiene problema, será bueno que vayan al campamento. Demetrius se acercó con Marina, pronto hicieron una videollamada, las pequeñas estaban al frente de la pantalla del móvil, cuando vieron a sus padres sonrieron, saludándolos, ellos las miraron con ternura. —¿Cómo están mis bebés? —¡Bien, papito CEO, mamita, ya queremos que vuelvan! Papito CEO, no olvides traernos la arena rosada. ÉL sonrió, negó. —Nunca lo olvidaré. —¡Ni nuestros regalos! —No, mis bebés, llevaré todo para ustedes. Demetrius les envió un beso, se dijeron adiós y colgaron la llamada. Él volvió a recostarse en el camastro. —¡Ya quiero volver para estar con nuestras bebés, en el prójimo viaje las traeremos! Marina puso su camastro a su lado, sonrió al verlo. —Bueno, no quiero que al volver te vuelvas de nuevo un adicto al trabajo,
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Capítulo 117: Trisha eres peor que un lagarto
—¡Trisha! —exclamó Penélope—. Pero, ¿Qué forma de comportarse es esa? ¡Victoria irá, claro que sí, porque yo lo decidí! Trisha tuvo que morder sus palabras y aceptarlo. —Penélope… —Ven conmigo, Trisha. Trisha fue con la mujer a la biblioteca. —¿Qué sucede? —Trisha, es importante para mí que vaya Victoria, ella es una buena mujer, y les ayudará con los niños. Así, podrás tener tiempo de estar cerca de Russell, y también de estar más cerca con los niños, porque, despues de este paseo, Russell buscará a una esposa. Los ojos de Trisha se engrandecieron de felicidad, sonrió. Sus ojos ambiciosos brillaron felices. Las gemelas fueron al salón de juegos y vieron a Tya. —Tya, ¿Tu sabías que hay osos feroces en el campamento? Tya las miró asustada —¡Mentirosas! —Pues es verdad, nos lo dijo Papito CEO y a los osos les gusta comer niñas chivatas, así que, ¡Cuidado! —exclamó Mady —Mira, Tya, te regalo mi repelente anti-osos. —¿Repelente anti-osos? —¡Sí! Yo sé que a Mady le caes mal,
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Capítulo 118: Rescata a Victoria
Demian cargó a Victoria, ella está inconsciente y de su sien escurría sangre. La llevó consigo hasta una cueva. La recostó sobre su chaqueta y admiró su rostro. —Eres tan hermosa, sí eres parecida a mi Liliana, ahora puedes decirme, ¿Serás tan buena como ella? Pero, no obtuvo respuesta ya que Victoria estaba sin conocimiento. El guía estaba con los niños contando la vieja leyenda. —Dice la leyenda, que una pareja estaba muy enamorada, la joven era Raesha una chica dulce y tierna, pero su padre estaba acostumbrado a la naturaleza, odiaba a los forasteros, cuando Rufus llegó junto a un ejército a invadir este lugar, el padre de Raesha le declaró la guerra. Sin embargo, cuando Raesha y Rufus se enamoraron, Rufus decidió abandonar al ejército y quedarse con ella. Pero, el padre de Raesha retó a duelo a Rufus. —¿Un duelo? —exclamó Mady —Sí, es cuando por honor o por sanar una ofensa, dos personas se retan a enfrentarse, usaban una pistola, daban diez pasos de distancia y se disparab
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Capítulo 119: Beso para despertar
—¡Victoria! Mi Victoria, estás aquí, ¿Oye? ¿Qué tienes, querida? Vamos, despierta, no me hagas esto, ¿Está herida? Él la cargó en sus brazos, como a un bebé recién nacido, de pronto ella abrió los ojos, se encontró con el azul de cielo en su mirada. Por fin pudo ver con normalidad, ella tocó su rostro con su mano, y él sintió su delicado toque, que era como el de una rosa en su piel. —Victoria, estarás bien, lo prometo, no me dejarás solo. —Russell, me salvaste. Él sonrió, de pronto ella se acercó, fe inevitable, jamás podría rechazarla, besó sus labios con dulzura y él la aceptó, la necesitaba como el aire para respirar, mientras sus lenguas danzaban acrecentando la temperatura en aquella cueva. Las manos de Victoria se colgaron a su cuello, él apenas podía sostenerse en pie ante sus caricias, pero se volvió fuerte, sorprendido de su beso, que cuando abandonó sus labios, ella besó su cuello con delicadeza, lo encendía, cada parte de él ardía como un infierno, acunó su rostro, y l
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Capítulo 120: Ahora o nunca
—¡Este es el plan! —dijo Danna y explicó a cada niño lo que tenía que hacer—. Recuerden que yo daré la señal, no deben actuar antes. Los niños asintieron. Durante la cena, todos estaban tranquilos, Victoria ayudaba a que Iris comiera, pero ella estaba en medio de un berrinche, Russell no podía dejar de mirar la delicada forma en que Victoria cuidaba y calmaba a su hija «Es una gran mujer, seguro será una maravillosa madre» su mirada se volvió triste, tan ensimismado estaba que no se dio cuenta de que lo llamaba Trisha —¡Tierra llamando a Russell Hesmer! Él al fin reaccionó —¿Lo siento? Me decías. —¿Te decía si acostumbran siempre a hacer el campamento de verano? —Bueno, es nuestro segundo campamento juntos, los niños siempre tienen uno en su colegio en México. —Dime que no quieres volver a México, aquí estás mejor, querido. —Mi deseo es volver, ahí está mi empresa, y está la patria de mis hijos, y la mía también. —Pero, cuando te cases, tal vez tus planes cambien. —¡Papito
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