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Marina hablaba con Alana, ella le contaba sobre Ady. —Peor no tienen de que preocuparse, ellas están bien. —Entiendo, bueno, si dices que la niñera puede ir con ellas, y Russell no tiene problema, será bueno que vayan al campamento. Demetrius se acercó con Marina, pronto hicieron una videollamada, las pequeñas estaban al frente de la pantalla del móvil, cuando vieron a sus padres sonrieron, saludándolos, ellos las miraron con ternura. —¿Cómo están mis bebés? —¡Bien, papito CEO, mamita, ya queremos que vuelvan! Papito CEO, no olvides traernos la arena rosada. ÉL sonrió, negó. —Nunca lo olvidaré. —¡Ni nuestros regalos! —No, mis bebés, llevaré todo para ustedes. Demetrius les envió un beso, se dijeron adiós y colgaron la llamada. Él volvió a recostarse en el camastro. —¡Ya quiero volver para estar con nuestras bebés, en el prójimo viaje las traeremos! Marina puso su camastro a su lado, sonrió al verlo. —Bueno, no quiero que al volver te vuelvas de nuevo un adicto al trabajo,
—¡Trisha! —exclamó Penélope—. Pero, ¿Qué forma de comportarse es esa? ¡Victoria irá, claro que sí, porque yo lo decidí! Trisha tuvo que morder sus palabras y aceptarlo. —Penélope… —Ven conmigo, Trisha. Trisha fue con la mujer a la biblioteca. —¿Qué sucede? —Trisha, es importante para mí que vaya Victoria, ella es una buena mujer, y les ayudará con los niños. Así, podrás tener tiempo de estar cerca de Russell, y también de estar más cerca con los niños, porque, despues de este paseo, Russell buscará a una esposa. Los ojos de Trisha se engrandecieron de felicidad, sonrió. Sus ojos ambiciosos brillaron felices. Las gemelas fueron al salón de juegos y vieron a Tya. —Tya, ¿Tu sabías que hay osos feroces en el campamento? Tya las miró asustada —¡Mentirosas! —Pues es verdad, nos lo dijo Papito CEO y a los osos les gusta comer niñas chivatas, así que, ¡Cuidado! —exclamó Mady —Mira, Tya, te regalo mi repelente anti-osos. —¿Repelente anti-osos? —¡Sí! Yo sé que a Mady le caes mal,
Demian cargó a Victoria, ella está inconsciente y de su sien escurría sangre. La llevó consigo hasta una cueva. La recostó sobre su chaqueta y admiró su rostro. —Eres tan hermosa, sí eres parecida a mi Liliana, ahora puedes decirme, ¿Serás tan buena como ella? Pero, no obtuvo respuesta ya que Victoria estaba sin conocimiento. El guía estaba con los niños contando la vieja leyenda. —Dice la leyenda, que una pareja estaba muy enamorada, la joven era Raesha una chica dulce y tierna, pero su padre estaba acostumbrado a la naturaleza, odiaba a los forasteros, cuando Rufus llegó junto a un ejército a invadir este lugar, el padre de Raesha le declaró la guerra. Sin embargo, cuando Raesha y Rufus se enamoraron, Rufus decidió abandonar al ejército y quedarse con ella. Pero, el padre de Raesha retó a duelo a Rufus. —¿Un duelo? —exclamó Mady —Sí, es cuando por honor o por sanar una ofensa, dos personas se retan a enfrentarse, usaban una pistola, daban diez pasos de distancia y se disparab
—¡Victoria! Mi Victoria, estás aquí, ¿Oye? ¿Qué tienes, querida? Vamos, despierta, no me hagas esto, ¿Está herida? Él la cargó en sus brazos, como a un bebé recién nacido, de pronto ella abrió los ojos, se encontró con el azul de cielo en su mirada. Por fin pudo ver con normalidad, ella tocó su rostro con su mano, y él sintió su delicado toque, que era como el de una rosa en su piel. —Victoria, estarás bien, lo prometo, no me dejarás solo. —Russell, me salvaste. Él sonrió, de pronto ella se acercó, fe inevitable, jamás podría rechazarla, besó sus labios con dulzura y él la aceptó, la necesitaba como el aire para respirar, mientras sus lenguas danzaban acrecentando la temperatura en aquella cueva. Las manos de Victoria se colgaron a su cuello, él apenas podía sostenerse en pie ante sus caricias, pero se volvió fuerte, sorprendido de su beso, que cuando abandonó sus labios, ella besó su cuello con delicadeza, lo encendía, cada parte de él ardía como un infierno, acunó su rostro, y l
—¡Este es el plan! —dijo Danna y explicó a cada niño lo que tenía que hacer—. Recuerden que yo daré la señal, no deben actuar antes. Los niños asintieron. Durante la cena, todos estaban tranquilos, Victoria ayudaba a que Iris comiera, pero ella estaba en medio de un berrinche, Russell no podía dejar de mirar la delicada forma en que Victoria cuidaba y calmaba a su hija «Es una gran mujer, seguro será una maravillosa madre» su mirada se volvió triste, tan ensimismado estaba que no se dio cuenta de que lo llamaba Trisha —¡Tierra llamando a Russell Hesmer! Él al fin reaccionó —¿Lo siento? Me decías. —¿Te decía si acostumbran siempre a hacer el campamento de verano? —Bueno, es nuestro segundo campamento juntos, los niños siempre tienen uno en su colegio en México. —Dime que no quieres volver a México, aquí estás mejor, querido. —Mi deseo es volver, ahí está mi empresa, y está la patria de mis hijos, y la mía también. —Pero, cuando te cases, tal vez tus planes cambien. —¡Papito
Danna e Iris caminaron por el campamento, cuando encontraron muy de cerca de Tya jugando con muñecas. Danna abrió unos caramelos, y le dio a Iris. La pequeña exclamó bien alto con voz infantil. —¡Que rico dulce! Me encanta este dulce. —¡¿Qué dulce?! ¡Yo quiero, dame, Danna! Danna la miró —¡No te doy nada! Este dulce es solo de patito, no te daremos. Patito le mostró la lengua y bufó burlona. Tya las miró con rabia, pero sin que lo notaran las siguió. —¡Patito, no te preocupes! Guardaré tu dulce en la tienda de acampar, nadie podrá robarte tus deliciosos y únicos dulces. Danna cerró la tienda, y tomó la mano de Iris, yéndose, luego corrieron, se escondieron tras un árbol sin ser vista por Tya. Tya corrió hasta la tienda de acampar, entró y sonrió al ver los dulces, los tomó y comenzó a comerlos. De pronto, escuchó como cerraron la tienda, intentó salir, pero fe imposible. Trisha deambulaba por el lugar, agotada, miró a Danna, se acercó severa —¡¿Dónde está tu padre?! —¡Qu
Al día siguiente. Russell despertó y fue al hospital debía ver como estaba Trisha, apenas llegó, le dijeron que el doctor ya le había hecho estudios a la mujer. —Ella está bien, tuvo una contusión, pero nada grave, la daré de alta en unos momentos, pronto traerán su alta. —¿Puedo verla? —Claro que sí. Russell siguió el camino, y al entrar, encontró a la mujer vestida, lista para irse. —¡Russell querido! ¡qué alegría verte, aún me siento un poco fatigada! ¿Qué te dijo el doctor? —Estarás bien. —Lo sé, pero, necesito cuidados, ¡Ay, si pudiera tener compañía! Pero, yo misma debo encargarme de Tya, es tan complicado ser una mujer sola en el mundo, y una madre sola, también, tú me entiendes, los dos somos padres solteros. Russell asintió leve. —Pero, tú eres fuerte, has salido adelante, lo harás siempre. Ella sonrió con aire coqueto que él pudo notar. —Lo sé, pero, aún así, extraño tener a un hombre a mi lado. Su mano tocó la suya y él la alejó con rapidez, y solo sonrió. —Seg
Demetrius llegó a la iglesia, fue llevado por la recepcionista hasta el salón privado de Tessa. Ella abrió la puerta y lo recibió sonriente. —Bienvenido, señor Demetrius, me alegro de que haya leído mi carta. Él asintió. —Quiero ver a mi hermano, por favor, hermana, déjeme verlo —Demetrius, debo llamarlo, ver si él quiere verte, para él fue un gran shock saber la verdad. —¿Odia a mi madre? ¿Me odia a mí? —exclamó con angustia —No puedo decir que te odia, creo que está dolido con tu madre, ella lo abandonó, eso lo destrozó, porque él creía que ella murió, al saber la verdad se sintió traicionado. Demetrius tomó asiento, estaba consternado, pudo entenderlo. —Lo entiendo. —Lo llamaré, veré si tenemos suerte, y quiere verte. Demetrius asintió. Tessa llamó por teléfono, pronto la llamada fue respondida. —Hola, Demian, ¿Cómo estás hijo? —Hola, hermana Tessa, bien, ¿A qué debo su llamada? —Hijo, pronto volveré a México al orfanato en Firuze, pero, pensé en ti, hay alguien que q