Brendan no había podido probar más que dos o tres bocados del almuerzo. No era que la comida hubiese estado mal, por el contrario, sabía increíblemente bien, no obstante, su estómago se encontraba tan revuelto, por culpa de no saber qué sucedería, que sentía que, si continuaba comiendo, no haría más que botar el menú. Por lo que, luego de cuarenta minutos en el restaurante, abonó la cuenta y se encaminó hacia la calle.Durante las siguientes cinco horas que restaban para aquel encuentro, que había esperado por los últimos doce años, se dedicó a vagar por las calles, sin hacer nada más que mirar los escaparates, imaginando ver a Amy en cada esquina, a pesar de que no sabía si sería capaz de reconocerla. ¿Cuánto habría cambiado en ese tiempo? Si bien, durante la última década se habían visto en Navidad, Año Nuevo y las fiestas importantes que involucraban a ambas familias, él había decidido ausentarse de las mismas durante los últimos dos años, por lo que, no tenía ni la más remota idea
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