―Pondremos fecha a la boda, cubrirán tus lesiones con algo de maquillaje y necesito que te muestres como la mujer más feliz del mundo ―dijo Zayn mientras se acomodaba el «shemagh» ante el espejo. ―¿Me escuchaste?―Sí… ¿Esperabas una reacción más alegre de mi parte? ―pregunté con la mirada fija en la pared―. Ni creas que voy a sonreír, no esperes que diga estar feliz y no te sorprendas si lloro delante de todos para que el mundo se dé cuenta de lo ruin que eres.―Hazlo, te reto ―dijo Zayn con media sonrisa―, pero cuando estés llorando frente a todos porque te rehúsas a casarte conmigo, espero que también lo hagas por tus hijos.―¿Me estás amenazando?―Te estoy advirtiendo. ―Se acercó a mí, luciendo su soberbia―. Pórtate bien y prometo que después de que me des a mi primer hijo, los adoptaré. Les quitaré ese horrible apellido ruso y les pondré el mío. Pórtate mal, déjame en vergüenza, y nunca los volverás a ver. Entonces lo entendí, las palabras de mi futura suegra sonaban claras, una
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