Todos los capítulos de Un beso mágico ¡Jefe no me rechace!: Capítulo 31 - Capítulo 40
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30. Mariposa
El resto de la jornada se le había ido volando, mientras investigaba y pensaba en las mejores estrategias de marketing para implementar en el parque que ni siquiera se dio cuenta que se había hecho de noche hasta que sintió que abrieron la puerta de la salita de empleados a donde había ido a trabajar cuando vio al CEO salir. Sin embargo, para su absoluta sorpresa era el rubio quien acababa de entrar a la salita, se veía más cansado y malgeniado que de costumbre y para su mala suerte ese gesto solo empeoró cuando la vio. —¿Qué se supone que estás haciendo aquí? — le dijo y ella veía cómo el ceño del rubio solo se iba frunciendo cada vez más—¿Acaso no has visto la hora? Nada más escuchar aquello dio una ojeada a su celular en la mesa y por poco le da un yeyo al darse cuenta que ya eran casi las 10 de la noche y que tenía 4 llamadas perdidas de Emily. Llevó los ojos hacia el CEO y le regaló una sonrisa apenada mientras se ponía en pie. —Lo lamento jefe, es que el tiempo se me fue vol
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31. Voy a besarte
La habladora parecía un corderito asustado mientras lo miraba con sus lindos ojos aguamarina muy abiertos, al tiempo que él la llevaba hacía donde se encontraba su camioneta, la que había llevado ese día, pues no quería tener choferes. La castaña terminó recostada al auto mientras que él se paraba enfrente de ella evitando que pudiera escaparse. —Estoy esperando que empieces a hablar, habladora. Normalmente se te da de maravilla. Aurora quería que se abriera un hueco en medio de la tierra para poder lanzarse en él y escapar de la conversación que estaba a punto de tener, pues lo que menos quería era tener que contarle a su jefe, ese mismo con el que se había besado, el enorme problema en el que estaba metida. Sin embargo, podía mirar en los ojos azules y profundos del rubio, que este no estaba dispuesto a dejarla ir sin una explicación, por lo que no tuvo más remedio que, retorciendo sus manos debido al nervio, empezar a hablar. —No hay nada que explicar, Jorge es un conocido y ve
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32. ¡No voy a dejar que te lastimen!
Finalmente el beso fue llegando a su final, pero no por eso Benjamin la liberó, no, en absoluto. Las manos grandes y fuertes del rubio seguían sosteniendo su cintura mientras que sus labios lentamente se separaban. Podía sentir como tenía el corazón completamente acelerado y sus labios se sentían hinchados y llenos de cosquillas debido a la fuerza del beso. Ese era el mejor beso que le habían dado en su vida. Sin embargo, parecía que a ella ni siquiera una situación como aquella la hacía callarse, por lo que al abrir la boca no consiguió conectar su cerebro a sus labios antes de decir: —Volviste a besarme… Me besaste y Dios eso fue….—Antes de decir algo que terminara de condenarla para siempre, consiguió frenar sus palabras. Pero era demasiado tarde pues los ojos azules de Benjamin la estaban viendo en esos momentos con mucha atención, como si se estuviera muriendo por saber qué era lo que iba a decir y el hecho de que seguía sin liberarla no ayudaba para nada a sus nervios. —¿Qué
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33. Voy a encargarme de destruirte
Durante todo el camino hasta su casa, Benjamin no pudo sacar de su mente las palabras de Aurora. Dios, es que una parte de él quería zarandearla por haber sido tan ingenua y haberle pedido dinero prestado a un tipo como ese, pues la sola pinta debió haberle advertido en lo que se estaba metiendo. Sin embargo, también sabía que si lo había hecho era porque realmente lo necesitaba y es que de solo recordar la casucha en que vivía anteriormente era suficiente para saber que el dinero le escaseaba bastante, algo que a pesar de todas sus desgracias a él nunca le había pasado. Otra cosa que lo tenía completamente alterado era el hecho de que ella le aseguró que no fue ese idiota quién la golpeó, lo que le dejaba la cabeza hecha un completo lío tratando de adivinar quien pudo haber sido. Cuando finalmente llegó hasta su apartamento ya tenía la cabeza a punto de estallar y lo único que quería era descansar para así poder sacarse a la m*****a habladora por un instante de su mente. Sin embar
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34. ¡LE GUSTAS! LE GUSTAS AL OGRO!
Aurora no se había podido contener. La emoción, los nervios y la expectativa de lo que vendría después de ese día entre ella y el rubio había hecho que nada más llegar a la casa se lanzara sobre Emily para contarle todo lo ocurrido en las últimas horas, por lo que en esos momentos se encontraban tomando vino del barato mientras hacían sus propias conclusiones. —JODER, ¡LE GUSTAS! LE GUSTAS AL OGRO!. Emily estaba prácticamente eufórica mientras saltaba de un lado a otro del apartamento. Ella podía sentir como sus mejillas se sonrojaban de solo pensar que eso que su amiga estaba diciendo fuera cierto —Eso no lo sabemos, Ems, puede ser solo atracción. —Pffff, por favor, Rory, —la interrumpió su amiga dejando salir un resoplido, mientras la veía con evidente diversión—tienes que ser muy ingenua para pensar que no le gustas a ese hombre, si cada vez que el ogro te ve, parece que quisiera comerte. —O matarme— agregó ella cada vez más agitada y sonrosada. La idea de que un hombre co
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35. Tú eres un buen hombre, Ben
El primer pensamiento de Benjamin había sido que estaba alucinando. Eso era lo único en lo que podía pensar mientras veía a la hermosa castaña enfrente de él. Primero cuando escuchó su voz desde el otro lado de la puerta se enojó consigo mismo al estar pensando en ella. Sin embargo, en ese preciso momento mientras sus manos sentían el tacto de la mujer enfrente de él se dio cuenta, aún en medio de la bruma del licor, que no estaba alucinando. Ella realmente estaba ahí y se veía tan luminosa, hermosa e imposible… Él no podía acercarse, no debía estar con alguien como ella. Solo iba a contaminarla. —Tú no puedes estar aquí, no puedes estar conmigo, tú eres hermosa, eres luz. Una luz demasiado brillante para mi oscuridad El cuerpo entero le estaba temblando mientras que los recuerdos de esa noche, de esa m*****a noche en que todo cambio llegaban a su mente como destellos de una pesadilla, solo que él sabía que no eran eso. No… Eran recuerdos, de los más crudos y dolorosos que había. —
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36. Deberías arriesgarte
Aurora observó a Benjamin, con los ojos llenos de emoción y preocupación, mientras él le pedía que se quedara. No podía resistirse a esa mirada, a pesar de que su mente le decía que debía mantener distancia de él por su propio bien. —Ben, deberías descansar y… Él la interrumpió, su voz ligeramente temblorosa y suplicante. — Por favor, habladora, solo esta noche. No puedo estar solo en esta oscuridad, tu eres la luz, solo esta noche, por favor. Su súplica la conmovió profundamente y consiguió que todo en ella se removiera. Dios, si alguna vez alguien le hubiera dicho que Benjamin Reed le estaría pidiendo que se quedara junto a él, ella le diría que estaba loco, sin embargo en esos momentos no le importaban las discusiones ni malos momentos que habían tenido. La intensidad de las emociones que sentía por él, aún siendo relativamente nueva en su vida, la impulsaron a quedarse y decir contra toda cordura las palabras que terminarían de hacer su vida una montaña rusa: — Está bien, Be
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37. Acabas de perder una hija
Aurora sentía que lo ocurrido en las últimas 24 horas era parte de un sueño o una novela de esas que a ella y a Emily tanto les gustaba leer. No podía creer que en realidad ella pasó la noche junto al ogro, por voluntad propia, y mucho menos que le haya gustado. Porque sí, puede que no hicieran nada… Sexual, pero no era tonta y sabía que si había pasado algo entre ellos y tenía la sospecha que a partir de ese momento nada nada volvería a ser igual. Cuando llegó a la casa Emily ya se había marchado para el parque, ella solía tener los turnos más tempranos para así poder salir más temprano, sin embargo sabía que su amiga no se iba a quedar con la intriga de saber que había pasado entre ella y el CEO, por eso no le sorprendió cuando encontró una nota sobre la mesa del comedor que decía: “Apenas llegues vente para el parque, necesito saber todo lo que ocurrió con el sexy ogro” Dejando salir un suspiro, la castaña se apresuró a ponerse el uniforme y tomar su bolso y todo lo que necesita
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38. Lastimas a mi amiga y te castro
“No vaya a ser que te la quiten” Las palabras del mocoso no habían dejado de repetirse en su mente y cada vez que las escuchaba no podía evitar imaginarse al idiota del Mike junto a la castaña. El solo pensamiento de los dos juntos hacía que las tripas se le revolvieran y lo odiaba. Él no era un tipo sentimental y mucho menos de los que se encaprichaba con una mujer, de hecho con la única que alguna vez pensó en futuro fue con Megan, esa misma que había estado llamando la noche anterior mientras bebía y él no le había contestado, pues sabía cómo terminarían las cosas si lo hacía. Sin embargo la cura fue peor que la enfermedad, porque ahora se encontraba con la cabeza hecha un lío y el rostro de una mujer metito dentro de ella. En otras palabras estaba jodido. Dejando salir un gruñido de frustración se puso en pie y tomando su celular salió de la salida de empleados decidió a dar una vuelta por el parque para ver si así le mejoraba el humor. Con paso decidido comenzó a caminar en
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39. Estoy aquí por ti, Ben
Aurora no tenía ni idea de cómo se suponía que debía reaccionar. Y aunque sabía que no estaba haciendo nada malo y que no tenía nada con ninguno de los dos hombres, una incomodidad inmensa se apoderó de su cuerpo mientras veía al pelinegro acercarse con el ramo de flores en la mano. Sus ojos fueron de inmediato hacia Ben y no pasó por alto la forma en que todo su cuerpo parecía haberse tensado y, como si sus propios pensamientos y sentimientos no fueran suficientes, la reacción del rubio lo único que consiguió fue confundirla más. Sin embargo, antes de que pudiera preguntarle o decirle algo, Mike llegó finalmente hasta donde se encontraba. —Vaya, sí que ha sido difícil encontrarte, cenicienta.— le dijo el hombre y le regaló una sonrisa espléndida que ella le regresó tímidamente al escuchar la forma en que la había llamado. Sin embargo, al rubio a su lado no pareció hacerle ni pizca de gracia por el resoplido que dejó salir. —Tal vez no la encontrabas porque estaba ocupada, ¿Acaso
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