Eleanor llegó a su casa de un humor de perros, menos mal que nadie estuvo en su camino, tenía deseos de arrasar con cualquier persona que encontrara a su paso. Le molestaba no salirse con la suya, estuvo hasta ése día, llevando todo suave con Merritt para ir retrasando el matrimonio, pero ya él había dado su ultimátum. Le hubiese gustado casarse con más edad, pero él tuvo que encapricharse con ella y pedirla como esposa. Bueno ya había llegado el tiempo de encargarse de los preparativos de su majestuosa boda, porque eso sí, sería el matrimonio del año, por el esplendor y lo fastuoso, daría que hablar en el día más grandioso de su vida. Invitaría a todas las celebridades de las finanzas y el comercio. Habló con sus padres del asunto y le pidió a su madre que se asegurara de que ese día fuese inolvidable para todos; flores telas, luces, todo lo que fuera necesario para que su día fuese apoteósico y maravilloso. Alexia le dijo: — No te preocupes mi niña, ya verás qué hermoso será el
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