El tiempo pasa..
Merritt llegó a su casa y pesadamente se dejó caer en su sillón favorito, Eleanor no tenía idea de cuánto él la amaba, si le pedían dar la vida por ella, él la daba si preguntar porque, su esposa era el centro de su universo. Él no era ningún tonto, sabía que, desde que ella había aceptado la condición de él ante Alfred, no se casaría con él, por amor, que lo único que la movió a aceptar su condición, fue el interés de ser una mujer de negocios altamente reconocida y admirada; Merritt, al conocerla supo que ella tenía potencial; le gustó cómo era, tan arrojada y valiente, decidida y con una personalidad única como mujer y negociante. La adoraba, en todo éste tiempo que tenían de matrimonio que ya eran casi dieciocho años, ella le había sido totalmente fiel, a pesar de saber qué había cedido ante el baboso de Douglas Morgan, para él, eso no había sido sino un pequeño desliz, producto del hastío y la falta de sexo, al él encontrarse enfermo. Eleanor era exquisita en todo, hasta al e
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