Los primeros rayos del amanecer se cuelan por la cortina de la sala, pegando justo en el rostro de Max. Abre los ojos con dificultad, porque la luz le daña la vista, pero sabe que debe moverse para ir a trabajar.Levanta la cabeza, se ve cubierto con una cobija y se deja caer otra vez, cubriendo su rostro con un brazo. No tiene recuerdo de hacerse tapado, además, esa es la cobija de su cama, así que es obvio que ella fue quien lo tapó.De pronto, le llega a la mente un sueño, algo confuso, pero aquella sensación de los labios de alguien sobre los suyos es casi real. Se pasa los dedos por los labios y suspira cansado.—Si tan solo fueran los de ella…Se incorpora con rapidez, le duele un poco el cuello, pero eso es lógico, porque los cojines del sofá no son para dormir. Arrastra la cobija hasta su habitación y se mete a la ducha, solo por hoy pasará de su mantra matutino, el
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