Cuando Max se citó con aquella mujer con tanta urgencia, no se imaginó que terminaría huyendo de ella… literalmente hablando.
Y mucho menos el problema en que lo metería con su bonita.
Se citó con Dalia en un café, lo más concurrido posible para esa hora, porque él conocía la reputación de la mujer, creyó que eso la detendría, pero se equivocó tremendamente.
Tras conversar un poco, Max le pidió que contactara a su hija, por un par de pases VIP Super Star en el spa de su hija. La mujer habló con su hija por aquellos pases de todo lujo, los que estaban reservados para personalidades como JLo, Mariah Carey o Salma Hayek.
Le costaron un dineral, pero ella lo valía y, para asegurarse de que no iban a cancelarle la reserva en cuanto corriera de allí, se aseguró de pagarla, confirmarla y fijar la fecha para el día s
Ella se pone de pie y camina emocionada hacia esas rosas, Tomy firma el recibo y toma aquel sobre. Giselle huele las rosas, es un arreglo hermoso, comienza a contarlas y ve que son veinte rosas en total.—¿Qué tiene el sobre? —le pregunta a Tomy sin dejar de ver las rosas.Tomy abre el sobre, saca el contenido y se queda petrificado. Ella se gira para saber por qué su amigo no habla y se acerca para ver aquello que lo dejó tan pasmado, hasta que posa la vista en aquel pase.—No… —dice ella sin poder creérselo.—Sí… — le responde Tomy.—Pero… pero, estas cosas valen una fortuna.—Doscientos cincuenta mil, cada uno.—Y aquí hay dos —Giselle le quita el sobre y deja el arreglo de rosas sobre el escritorio.Saca otro papel dentro y ve una bella caligrafía, Tomy la tiene que sostener cuando ella co
Sobre el día de spa solo podemos decir que fue relajante, a cada uno lo llevaron a una sección diferente, por lo que no se vieron en todo el día. Sin embargo, ambos salieron con la misma cara de satisfacción después de todos esos mimos y se durmieron en el camino, Giselle con su cabeza apoyada en el hombro de Max.Luego de eso, los días pasaron con ciertas discusiones acera de algunas citas que Max había agendado con mujeres de dudosa reputación mediática. En todas ella estuvo presente, solo para saber que era eso tan importante a negociar y solo eran excusas para ver a Max.Al menos eso era lo que ella decía, pero era para asegurarse de que Max no se citara con ninguna fuera de la oficina.Hoy, ya es viernes otra vez. Por la noche del jueves, Giselle se acostó tarde y vio a Max trabajando en su despacho, por lo que no le causa sorpresa el no verlo en la cocina cuando va por el chocolat
Unos minutos después, Giselle aparece con una bandeja y se la coloca en frente. Huele delicioso y Max recuerda que no ha comida nada durante la mañana, así que ataca su plato como si no fuese a comer más.—Buen apetito… es una buena señal.—Creo que voy a querer más, esto está delicioso.Giselle se lleva el plato vacío y cuando regresa, trae dos.—No te emociones, que uno es para mí.Se sienta a su lado, sube los pies a la cama y comienza a comer, sin quitarle la mirada de encima a Max. Ambos terminan casi al mismo tiempo y ella se lleva los platos sucios de una vez, cuando regresa, le coloca el termómetro a Max otra vez y respira cuando ve que la temperatura ya está en 38°C—Bueno, yo iré a quitarme el disfraz de ejecutiva, regreso en seguida.—¿Me vas a vigilar todo el día?—Sí, porque quiero asegurarme de que esa botella de agua desaparecerá antes del atardecer —lo mira con ojos acusatorios y Max suelta la carcajada—.Sin pensarlo mucho, Giselle se mete a la ducha, luego se viste r
Los días pasaron luego de aquellas fiebres tan extrañas y, por supuesto, Giselle aplicó la mejor técnica de todas: la evasión.Evitó hablar de lo sucedido con Max a toda costa, pero él no la forzó, lo que pasó aquella noche lo tenía con un pie en la tierra y el otro en la fantasía, sin embargo, por más que ella lo evitara, había sucedido y punto.Llegan a la cocina, se sientan a desayunar juntos, sin dejar de sonreírse. Pero no es una agradable, es esa tensa, llena de cordialidad y de una necesidad de querer correr, al menos por parte de Giselle, porque la de Max solo gritaba “si te descuidas, te vuelvo a besar”.—¿Alguna novedad para hoy? —pregunta Giselle sin levantar la mirada o terminará colgada del cuello de su patán—.—Nada, solo que luego de la consulta, iremos a un lugar muy discreto, pero entretenido.—¿Adelanto?—Te vas a divertir, te lo aseguro, me lo recomendó una persona muy tranquila. Creo que es nuevo, solo va gente que quiere conversar y bailar, nada de coqueteos.—O d
Una vez en el auto, Max ingresa la dirección del sitio en el GPS del auto y salen rumbo a la diversión, sin saber cuán divertido sería… para Giselle.Buscan un lugar donde estacionar y los dos caminan muy juntos, en la entrada, un hombre de mal carácter los deja entrar y les indica que en el lugar no se admiten espectáculos.Al entrar, el ambiente es tranquilo, la música es suave, no hay olor a tabaco y son muy pocos los que están bailando. Pero sí hay mucha gente sentada, conversando. Caminan a la barra, para poder pedir algo de beber, mientras Giselle canta bajito, Max arruga el ceño, porque hay algo que le parece extraño.Cuando toman asiento, un hombre se acerca a ellos y Max se pone alerta, porque se ve bastante bien parecido y cree que allí pueden ligar con Giselle, pero se sorprende cuando en lugar de ocupar el asiento vacío al lado de ella, ocupa el que est&
Las manos de ese par no se despegaron en todo el viaje de regreso a casa, en cuanto llegaron, Ferny se lanzó sobre Max y Giselle corrió riendo a su habitación, haciendo caso omiso de las súplicas de Max para que le ordenara al can dejarlo en paz.Cuando ella vuelve a salir, lleva un moño alto y descuidado, un pijama suelto de playera y pantalón, y la cara de felicidad somnolienta más tierna que Max pudo ver en su vida.—¿No deberías ir a dormir?—Quiero ver una película romántica… y hablar contigo de esto —dice señalando a ambos—.—Esto… —le dice Max acercándose a ella y tomando sus manos—. ¿Quieres ponerle nombre?—No, quiero poner límites.—Bien, dame diez minutos para ponerme cómodo y te alcanzo en la sala.Le da un suave beso en los labios y se aparta de
Como buen domingo, Max se despierta temprano de todas maneras para hacer sus ejercicios matutinos, igual que siempre, solo con un short. Seguro su Giselle estuviera frente a esa visión, estaría babeando, pero como no es así, los ejercicios de Max fluyen sin contratiempos.Cuando termina, se seca el sudor, se coloca una playera y luego se va a la cocina para sorprender a su chica con el desayuno.Unos minutos después, llama a la puerta de Giselle, pero no se escucha nada, así que entra y sonríe al verla dormir, desparramada en la cama, con el cabello por cualquier parte. Se acerca a la cama, la remueve un poco y le da un suave beso en los labios.—Despierta, flojita, te traigo el desayuno.—Mmm… quiero dormir —abre un ojo y sonríe—. ¿Por qué no te metes aquí y dormimos otro rato?—Tendría que bañarme primero, porque acabo de termi
Las manos de Max se cuelan por debajo de la playera de Giselle y las de ella se van al borde de la playera de Max, levantándola y quitándosela de una vez.—Usted, señorita, si no se detiene, terminaremos saltándonos el límite número uno.La voz de Max sobre su cuello la enloquece, pero sabe que él tiene razón. Se separa de él, moviéndose un poco y sintiendo aquella parte de su anatomía dura como roca, provocando que se ponga roja como la grana.—Yo… yo no me di cuenta, lo siento, no…—No me digas que no debiste, porque me encantó que lo hicieras… ya esa cosa me estaba molestando — le dice con esa sonrisa que a Giselle le encanta, mientras acaricia su rostro—. Si hay algo que te prometo, es que te voy a detener cada vez que esto suceda, porque quiero que cuando llegue ese momento estés muy segura.—Me gu