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Todos los capítulos de Quédate en mis brazos: Capítulo 61 - Capítulo 70
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61. Bienvenido
Hunter la esperaba afuera y aceleró el paso para ponerse frente a ella, impidiéndole el avance. Cuando lo miró con cara de pocos amigos, él señaló abajo y la hizo darse cuenta de que seguía descalza y con los zapatos en la mano. Así que se negó a pensar en los cuchicheos del personal judicial que despertó en los pasillos que acababa de dejar atrás. —¿Estás bien? —Su ceño se arrugó y reconoció esa mirada de interrogatorio militar, así que fingió estarlo.—Claro, solo estoy muerta de cansancio. Llévame a casa de Josh. —Siguió caminando hacia el auto que se acercaba por la calle.—El médico no se encuentra en su casa. —El tono reprobatorio provocó que se girara.—No te lo he preguntado, Hunter. Te ordené que me llevaras a su casa. Obedece.El rubio asintió con la mandíbula tensa. Ella no tenía ni las fuerzas ni las ganas de discutir con él. Por el contrario, estaba sumamente agradecida, porque lo conocía y sabía que hubiese sido sencillo para él limitar sus recursos y exper
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62. Josh
Josh no supo cuánto tiempo estuvo dormido, pero al abrir los ojos y descubrir a Casandra lo hizo pensar en lo insegura que se estuvo mostrando en los últimos días y lo tenía preocupado. No quería que Fabio siguiera cometiendo errores con ella. Si seguía comportándose así, la perdería, porque una mujer como ella no lo perdonaría nunca. Era diferente.Estaba seguro de que ella lo amaba, pero su personalidad no le permitiría doblegarse ante él, jamás, y tampoco le permitiría que con cada obstáculo decidiera alejarse y buscar apoyo con alguien más.Cuando escuchó el desorden de afuera supo que el imbécil de Fabio estaba peleando con Hunter, y por un momento deseó que el inglés le partiera algo por ser un maldito escandaloso.Así que le dio un beso en la cabeza a Casandra, esperando que el estrépito no la despertara. Pero no resultó como esperaba y ahora Fabio estaba en la puerta mirándolo con ganas de matarlo.—¿Así que en esto has estado en lugar de ir a mi juicio? —Fabio hizo un gesto d
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63. Se acabó
Casandra aún sonreía al notar que el auto de Josh la seguía desde el restaurante hasta su apartamento. No tenía idea con qué se encontraría en él, así que, a pesar de la reticencia de Hunter, le dio la noche libre y se despidió de su enfadado amigo. Pero este se ofreció a acompañarla a la puerta para cerciorarse de que Fabio, de encontrarse allí, no sufriría daño alguno por su parte. Eso provocó que se ahogara de risa. No se consideraba una mujer violenta, pero tampoco era una sometida y si él la provocaba no había certeza de cómo acabarían las cosas. Mientras el conductor de la camioneta la llevaba a través de la ciudad, planeó cada uno de sus movimientos en los próximos días, tomando en consideración las posibles variables que generaba el que el hombre con el que salía y por el que estuvo a nada de entregarle su corazón por completo trabajara con ella. No sería complicado librarse de él, pero la vida contaba con un sentido del humor tan peculiar que el tiempo
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64. Irresponsable
A media penumbra, Casandra observaba con poco interés lo que una de las abogadas de laboral explicaba a los que componían la mesa de reuniones, mostrando las diapositivas con estadísticas de los logros del último mes.Ella solo podía pensar en que debió posponer la reunión hasta que, al menos, pudiese haber dormido decentemente. Vio que Sara se removía en su asiento y eso llamó su atención. Su asistente le hizo señas para que mirara su teléfono.Lo había silenciado antes de entrar y no tenía intenciones de revisarlo frente a sus colegas, pero la insistencia de su amiga la convenció. Tenía un mensaje suyo que decía: Fabio se encerró en su oficina con una rubia hace media hora.Eso respondía su duda de por qué no estaba presente esa mañana y no fue capaz de evitar el oprimir el aparato con fuerza, imaginándose que era su cuello. Una cosa era su relación y otra muy distinta sus responsabilidades laborales.Si de ella dependiese, aún estaría bien cobijada y aco
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65. Perdiendo el control
Esos juegos de Casandra lo dejaban fuera de base, y aunque supo de inmediato que solo lo hizo por dar de qué hablar en la oficina, no estaban ni cerca de solucionar sus asuntos.Pese a ello, ese movimiento le daba una leve esperanza de que no lo odiaba tanto como para acercarse a él y simular que lo haría suyo en el ascensor. Moría de ganas porque fuese así.No había dormido nada y por lo que podía notar ella tampoco, pero debía reconocer que manejó las cosas de la peor manera y ahora tendría que encontrar la manera de resarcir el daño.Aquella mañana, las revistas de sociedad se iban pasando de un escritorio a otro en la oficina, y las fotografías de la familia Herrera se grabaron a fuego en su memoria. La visión de la mano de Pablo reposando cómodamente sobre el hombro de Josh, y este último envolviendo la cintura de Casandra con su brazo, le produjo un fuerte impacto.—Hablemos cuando regrese —dijo ella, sacándolo de sus pensamientos e impidiendo que le mencionara aquello.—Sobre
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66. Una profesional
Casandra le agradeció a Hunter, presionando su mano por un instante. Tomó otro trago de jugo de fresas y recorrió con la mirada la barba de tres días que llevaba, los labios sonrosados, la nariz recta y sus ojos que con frecuencia le parecían demasiado fríos cuando estaba de guardia, ahora lucían llenos de ternura y de preocupación.—¿Mejor? —le preguntó, empujando el vaso una vez más a su boca. —Sí.Casandra asintió para reforzar su respuesta y se preguntó cómo de la noche a la mañana, Hunter se volvió tan normal a sus ojos. Al volver a casa de sus padres y enterarse de que le pidieron volver, se le mojaron las bragas al recordar sus encuentros, y aun en el viaje de regreso mantuvo en un rincón las ganas de desvestirlo y hacerle de todo.Sin embargo, ese salvajismo y esa atracción irreverente que los dominó a ambos desde que lo asignaron a su equipo de seguridad después de su divorcio, ahora parecían haberse esfumado.Se burló de sí misma al darse cuenta de que m
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67. Impotencia
Fabio prefirió contar los camiones que entraban y salían de la constructora, a la que acompañó a Casandra desde lo alto de la ventana, en lugar de ver a esos dos sonreír entre sí.Si hubiese sabido que interrumpir su flirteo con Hunter lo convertiría en un aburrido acompañante sin ningún beneficio adicional, seguro habría elegido quedarse en la oficina. Pero la preocupación por lo que le pudiese pasar después de verla tan cerca del guardaespaldas, venció cualquier duda y fue tras ellos. Y fue peor.Casandra pasó de comportarse como una mujer glacial en todo el camino a la mujer más dulce y coqueta que había visto en su vida en cuanto saludó a Efraín García, el hermano mayor de Andrea.No le hizo ninguna gracia, y menos cuando ella notó su descontento y decidió ignorarlo por completo, así que fue todo lo cortés que su carácter le permitió.La documentación por firmar parecía no tener fin y ella se comportaba como si no quisiera marcharse nunca de allí. Hasta que el móvil de Casandra in
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68. Ya no somos nada
Josh los llevó hasta su clínica y les sirvió un trago. El silencio reinó entre los tres y un deje de amargura se instaló en el pecho de Casandra. Susana no era su preferida y jamás serían amigas, pero verla en ese estado abrió una brecha enorme que separaba con creces el pasado y el presente.Lo único que le provocaba era protegerla. Así que envió los mensajes pertinentes, para que Sara se comunicara con su amigo y le consiguiera todo lo que pudiera incriminar a Raúl Díaz, e incluso pidió un informe sobre sus padres. Hizo lo mismo con Hunter, porque tenían que sacarla de ahí.El interfono sonó sobresaltándolos a los tres y cuando Josh respondió, su secretaria le informó que Mónica Durán esperaba fuera. Para sorpresa de Casandra, Josh hizo un gesto de disgusto, pero igual la recibió en la puerta.Vio con pasmo cómo esquivó el cuerpo de su amigo, para colarse por la pequeña hendidura que había dejado libre. Se encaminó con soltura hacia su escritorio y se acomodó en su silla giratoria,
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69. Una pista
Casandra se acercó un poco más al espejo del ascensor de su edificio para compadecerse de las enormes ojeras que el maquillaje ya no podía ocultar a las dos de la mañana. Pero su nuevo caso lo ameritaba.Un chico fue arrestado y acusado de homicidio en contra de su padrastro; lo que le llamaba la atención era que quienes cubrían los gastos de representación legal era la familia del occiso. No quería sacar conclusiones sin antes verificar toda la documentación, pero todo indicaba que el muchacho era inocente. Una beca deportiva completa le esperaba para entrar a una prestigiosa universidad del extranjero, y tenía que ayudarlo a salir limpio de todo ese embrollo.De acuerdo al detective que llevaba el caso, algo no cuadraba con la escena de crimen y por arte de magia, las innumerables cámaras instaladas por toda la propiedad no grabaron nada esa mañana. La madre del chico tampoco aparecía.Se sentía agotada, pero el leve peso de dos sobres en su mano llamó su atención otra vez. Uno se l
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70. Un error de apreciación
No quería estar allí. Tamborileó los dedos al ritmo de la música electrónica y le sonrió por cortesía a la dulce asiática que le acompañaba esa noche, una doctora amiga de Josh que acababa de volver al país.Miró a Josh suplicante, pero este negó con la cabeza y gesticuló que esperara un poco más. Su amigo era todo sonrisas con Adelle, la chica que llevaba un velo en la cabeza que la identificaba como una futura mujer casada, pero por su comportamiento, mostraba que era lo que menos le preocupaba esa noche.Ella estuvo coqueteando con el médico desde que llegaron al bar, propiedad de una de sus pacientes y amiga de ambos. Lo que estaban haciendo, le pareció una pésima idea desde que Josh se lo propuso.Se enteró por accidente que una pasante de Penal celebraba esa noche su despedida de soltera, y que Casandra había confirmado su asistencia esa noche. Pero la información no se les entregó de manera gratuita, puesto que Esther fue quien hizo las conexiones y tuvo que acceder a pagarle u
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