66. Una profesional
Casandra le agradeció a Hunter, presionando su mano por un instante. Tomó otro trago de jugo de fresas y recorrió con la mirada la barba de tres días que llevaba, los labios sonrosados, la nariz recta y sus ojos que con frecuencia le parecían demasiado fríos cuando estaba de guardia, ahora lucían llenos de ternura y de preocupación.—¿Mejor? —le preguntó, empujando el vaso una vez más a su boca. —Sí.Casandra asintió para reforzar su respuesta y se preguntó cómo de la noche a la mañana, Hunter se volvió tan normal a sus ojos. Al volver a casa de sus padres y enterarse de que le pidieron volver, se le mojaron las bragas al recordar sus encuentros, y aun en el viaje de regreso mantuvo en un rincón las ganas de desvestirlo y hacerle de todo.Sin embargo, ese salvajismo y esa atracción irreverente que los dominó a ambos desde que lo asignaron a su equipo de seguridad después de su divorcio, ahora parecían haberse esfumado.Se burló de sí misma al darse cuenta de que m
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