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Todos los capítulos de Amor en números rojos: Capítulo 41 - Capítulo 50
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Sombras reveladoras
Ava y Emily con premura se pusieron a recoger los objetos del bolso. La joven se levantó de repente y por la ventana observó a la figura de negro subiendose a un auto azul bastante lujoso, pero que el portero retuvo para pedirle su identificación o algo parecido; aun había tiempo. Las palmas de las manos de Ava le cosquilleaban de la desesperación y solo deseaba saber la identidad de aquella persona de negro. —Ava… en serio, esto es una locura y necesito que me expliques todo, por favor. Además, estás descalsa y llevas la bata del hospital ¿Te volviste loca de remate? —suplicaba entre preguntas, Emily, con el ceño fruncido de la preocupación. —Emi, te lo ruego, necesito que me ayudes. No tengo mucho tiempo par explicaciones largas, solo se que estoy siguiendo a alguien importante —Ava juntó sus manos—. Por favor, solo confía en mí. Emily comenzó a zapatear y a comerse las uñas con ansiedad, tratando de analizar lo más rápido que pudo. Agachó la cabeza y luego la levantó para mirar a
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¿Rumores o verdades?
Ava estaba con la boca abierta, acuclillada frente a su amiga y su corazón palpitaba tan rápido que creía que se saldría de su pecho del estado de shock en el que se encontraba. Emily la zarandeaba un poco para que volviera en sí, pero la joven seguía con la mirada perdida. —Pero, Ava… ¿Quién es? ¡Dímelo, que no soy adivina! —insistió Emily, con la frente perlada de sudor, sin atreverse a enderezarse. —Ka… —dijo en un hilo de voz, que Emily a penas alcanzó a distinguir. —Ava, te exijo que hables más claro, mujer, me estás colmando la paciencia —rezongó Emily con el ceño fruncido—. Supongo que viste lo que querías, ya tienes la respuesta, ahora díme para que podamos avanzar. Aun el taxi estaba demasiado cerca del auto azul como para que Emily quisiera volverse a sentar. Sus manos se aferraban a las gélidas de Ava y podía jurar que ella temblaba de manera sutil. —Señor, disculpe, ¿el auto azul ya lo dejamos atrás? —se atrevió a preguntar Emily, porque ya no podía más, sus piernas co
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Inevitable sinceridad
Ava frunció el ceño, por lo general su madre siempre estaba allí. A lo mejor estaría buscándola y sin tener razón de ella. Lo más terrible era que no tenía su celular y que temía que cayera en manos de doña Daniela o de alguien más.«Maldita sea, debí irme al hospital de nuevo, pero ya no hay vuelta atrás», se dijo Ava, mientras buscaba la manera de entrar a su casa.Pronto encontró una ventana mal cerrada y aquella fue su oportunidad para poder ingresar, aunque el dolor de cabeza y uno que otro mareo hizo la tarea más difícil, lo que hizo que cayera al otro lado de un sentón y un quejido de dolor salió de su garganta.«Pero, ¿dónde se encontrarán todos? Al menos mi mamá, ella debería estar aquí», dijo entre sus pensamientos, mientras caminaba sintiendo lo helado del piso limpio.Sin pensarlo dos veces revisó las habitaciones, pero como ya era evidente no había nadie allí. Entró a su habitación y ¡oh!, como la había extrañado, en realidad prefería estar mil veces en su hogar que pasar
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Revelación inesperada
Ava nunca se había sentido tan segura en su vida como en ese momento, en el que el hombre que amaba corría un grave peligro de vida o muerte, en el que todos parecían interponerse en aquella relación que aun no se decidía a ser algo real por eventos catastróficos que se le salían de las manos. La mente de la joven viajaba hasta donde Daniel estaba, solo ansiaba verlo. El día anterior había sido un caos de revelaciones no esperadas, el descubrimiento y aceptación de sus sentimientos no había sido nada fácil. Ava jugaba con sus manos mientras iba en el metro y se hacía muchas preguntas que no tenían respuesta. «Ava, sea lo que sea estamos para apoyarte», esas fueron las últimas palabras de su madre Rosaura le dedicó antes de dejar una vez más su hogar. La primera parada que Ava hizo fue en el hospital público, donde estaba su padre. Al parecer su estado había empeorado en cuestión de un par de meses. La vista de lo que vio la dejó destrozada. Su padre Jeremy estaba tan delgado que su
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Petición
La tensión en el pasillo que conducía a la salida era casi palpable. Ava no daba cabida a la reacción de los Busch, en especial la de doña Daniela, que casi se le caía la mandíbula al escuchar aquel nombre que al parecer le sonaba bastante familiar, a diferencia de Natalia y don Manuel, que solo abrieron los ojos con sorpresa. —¿Karen?… ¡Karen! —dijo don Manuel mirando hacia el techo mientras levantaba su índice—. Creo que me suena ese nombre. —¡Papá, si tu sabes quien es! Te refieres a Karen… ¿la ex novia de Dani, verdad? —inquirió Natalia, mientras arrullaba a su bebé con un poco de ansiedad— No puedo creer esto ¿Cómo sabes? Ava respiró profundo —Sé que suena un poco loco, pero yo la ví y claramente era ella —respondió Ava, con determinación y fijando su vista en los tres Busch, que parecían confundidos. —Pero Ava, ¿cómo fue que te diste cuenta? —don Manuel alentó a la joven para que hablara. Ava comenzó a relatar de lo que había sido testigo, de como en la sala había entrado u
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Temores
Daniel se levantó con lentitud para quedar sentado y se dirigió a Ava con calma, mientras que Natalia, don Manuel y doña Daniela se retiraron un momento a petición de él, para dejarlos a solas en la sala de cuidados intensivos. El buscó tomar sus manos y le sonrió con ternura, notando la tensión en el rostro de Ava.—Ava… ¿Todo bien? Puedes confiar en mí. Dime qué es lo que te preocupa.—Es que, de verdad me alegra poder volver a hablar contigo, pensé lo peor en estos días que estuviste en coma todo por tratar de protegerme. Sentí que… te perdía —dijo Ava y sintió como el calor subía desde su pecho hasta su rostro, tiñéndolo de carmín.Daniel rió por lo bajo y la siguió viendo con una sorisa.—Yo también sentí que te perdía en ese accidente, yo no analicé, implemente quería que salieras ilesa y pude darme cuenta de muchas cosas —afirmó Daniel sin dejar de fijar su mirada en ella.Ese acto era el que la hacía temblar por dentro. Ava tragó grueso mientras sentía su corazón palpitar muy
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Descubrimiento conflictivo
Al salir de sus pensamientos y antes de que Ava diera un paso lejos de Daniel, este pudo mover rápido su brazo libre y tomó a la chica por la muñeca para captar su atención una última vez antes de que ella se fuera. —Daniel… veo que ya has recuperado más de tus fuerzas —dijo Ava sorprendida por lo rápido que su cuerpo respondía más en señal de estar mejor. El se encongió de hombros y le guiño un ojo, lo que hizo sonreír a la joven. —¿Querías decirme algo más?... Supongo —dijo Ava, ansiosa por escuchar las palabras de Daniel. —Sí, así es —respondió él—. Quiero y necesito que consideres lo de tus estudios, por favor. Déjame ayudarte con eso, desde aquí puedo inanciar lo que queda de tus estudios. La joven se estremeció por dentro, en verdad él se preocupaba por su progreso y eso la hizo sentir emocionada por tal gesto, aunque quizo mostrarse reacia. —No quiero ser una carga para ti, Daniel, —¡Que no eres una carga, Ava por Dios! Tómalo como una inversión para nuestro futuro juntos
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El hallazgo
Con el corazón a mil y la imborrable imagen de lo que acababa de ver, Ava comenzó a hacerle señas a la conductora, las palabras no querían salir de su garganta, pero al fin pudo decir con aflicción lo que pensaba en forma de una orden bastante pesada para venir de la joven. —¡Mercy, estaciona aquí, estaciona aquí ahora! —exclamó Ava a la conductora, mientras respiraba fuerte. La conductora se sobresaltó con la aflicción en la voz de su jefa y dio un frenazo que casi la hace chocar con otro vehículo. Ava se agarró del asiento lo más fuerte posible, pero agradeció que Mercy no le reclamara algo, sino que buscó el lugar propicio donde aparcar. —En verdad te lo agradezco, Mercy, te mereces una muy buena propina al final del día —elogió Ava a su conductora de pocas palabras—. Espérame aquí, no tardo. Ava descendió de la limusina y cruzó la puerta de la cafetería, envuelta en una atmósfera rústica y acogedora; jamás había entrado a ese lugar. La madera pulida le daba un toque hogareño y
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Verdades desbloqueadas
Ava y Natalia se sumían en la incertidumbre, no perdieron más tiempo y comenzaron a explorar los alrededores. Dentro de toda esa pila de folders y carpetas, vieron archivos muertos de la empresa. Facturas, comprobantes de pagos con sumas grandes de dinero de muchos años atrás.—Dios… esto no debería estar aquí, ¿no lo crees, Natalia? —inquirió Ava, observando con detenimiento aquellos documentos para luego dejarlos en su lugar.—Tienes razón, todo esto es el historial de la empresa… Solo mira esto, es de los inicios de la compañía, no, no, no, Ava, necesitamos reorganizar este lugar —espetó Natalia con el ceño fruncido.—¿Qué esperamos, Natalia? Hoy nos centraremos en todo este espacio —comentó Ava, empuñando su mano y lenvantándola al nivel de su cara cubierta por la mascarilla—. Pero, creo que necesitamos refuerzos, solas no podremos.—Estás en lo correcto, querida Ava, en seguida voy a llamar al equipo de limpieza para que nos ayude —dijo Natalia, mientras salía presurosa del lugar.
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Intrigas no aclaradas
Allí en la oscuridad de la oficina en la temprana noche, Ava, con las manos por completo heladas y temblorosas, y con el corazón queriendo salir de su pecho, se encontraba tecleando y analizando cada archivo que albergaba aquel oscuro computador.«Esto es inaudito… con razón las facturas no tenían el aval de Daniel… Es evidente que Karen se traspasó cantidades de dinero a una cuenta de la supuesta empresa que ella maneja ¿O él consintió tal cosa? —un escalofrío recorrió la espalda de Ava— ¡Me rehuso a pensar esto! Se que cuando hable con él todo se aclarará y al fin las cosas caerán por su propio peso».Como pudo, la joven abrió su correo y traspasó cada documento para que esa evidencia quedara en un lugar seguro. Pronto apagó el computador y lo colocó en una esquina de la oficina, donde no estuviera expuesto a cualquier mirada. No sabía si hacía bien o no, solo hizo lo que sintió en el momento de desesperación.Sin pensarlo dos veces, y después de analizar que tardó varias horas en h
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