El personal del restaurante, elegantemente vestido con trajes italianos tradicionales, se movía con gracia y eficiencia, atendiendo a los comensales con cortesía y profesionalismo. Cada plato era presentado con exquisitez, reflejando la atención al detalle y la pasión por la gastronomía italiana. En realidad, todo el ambiente sería un sueño hecho realidad, de no ser porque la presencia de Karen comenzaba a arruinar la estancia de Ava en ese pomposo lugar. —Karen, esto es una sorpresa. ¿Qué haces aquí? —preguntó Daniel, con una sonrisa forzada. —Daniel, para mí sí que es una sorpresa verte aquí. Y con una hermosa compañía —dijo Karen, mirando a Ava con un dejo de desprecio. Ava sonrió, tratando de mantener la compostura, pero su incomodidad comenzaba a hacerle estragos el alma, aun así, ella hizo todo su esfuerzo por no quebrantar su semblante. —Hola, mucho gusto, Karen. Es un placer conocerte finalmente —dijo ella, educadamente. Karen arqueó una ceja y se dirigió a Daniel de nue
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