81. HUGO
De repente, una serie de recuerdos borrosos llegaron a la mente de Hugo como relámpagos: el rostro de su amada Trinidad, con una expresión de pánico, consumiéndose en medio de voraces llamas anaranjadas. Hugo se tomó la cabeza, agitado, mientras imágenes difusas del pasado se arremolinaban en su mente atormentada. La bella sonrisa de Trini, el brillo de adoración en sus ojos cuando lo miraba... para luego verla gritar de horror, rodeada por el fuego, suplicando ayuda desesperadamente...Un odio ardiente crecía en el pecho de Hugo. ¿Cómo pudieron hacerle eso a su dulce y frágil Trinidad? Ella era tan buena, tan inocente... No merecía ese destino atroz. Si descubría que miembros de su propia familia provocaron esa tragedia como parte de algún retorcido plan... esta vez no habría misericordia para ellos.—¿Hugo hijo, estás bien? —preguntó su abuelo Máximo, sacándolo de sus lúgubres pensamientos.—Sí, no es nada...— mintió Hugo, disimulando su angustia mientras apretaba los puños con impot
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