Luego de ducharnos juntos, entre caricias, besos húmedos y abrazos interminables, Casius me lleva en brazos a la habitación. Ambos mojados, me tumba en la cama y luego se acomoda a mi lado, apoyando su cabeza en su mano. Sin previo aviso, pasa su mano por mi vientre hasta llegar a la entrada de mi sexo. Introduce su dedo medio en mi centro, y yo chillo mientras comienza a sacarlo y meterlo en un lento, pero constante vaivén. Casius continua sin detenerse, con cada intrusión en mi femineidad roza mi clítoris con la palma de su mano, haciéndome gemir aún más fuerte. Sigue introduciendo su dedo en mi, cada vez más fuerte.De repente se sienta, para luego hurgar en su mesita de noche y frunce el ceño al no encontrar lo que sea que estuviera buscando.—¡Maldición, no compré condones! Tenía la seguridad de que aquí había una caja— —No me importa, soy tu esposa. Hazlo así— Exijo hambrienta de placer.Casius se posiciona sobre mi, apoyando sus manos a ambos lados de mi cabeza, quedando suspen
Leer más