—¿Cómo sé que ese bebé no es del hombre con el que todos dicen que engañaste a Erik? —preguntó Ivar frunciendo el ceño, sentado frente a la cama donde Morgan, con las piernas cruzadas y el rostro sumergido en la prueba de embarazo, permanecía. —Porque no soy estúpida… —respondió molesta—. Esa vez tomé una pastilla de emergencia y un par de semanas después me hice una prueba de embarazo. Salió negativa.—¿Por qué no hiciste lo mismo esta vez? —¡Porque esas pastillas no son dulces! ¡Son solo para emergencias, su nombre lo dice! —exclamó clavando sus hermosos y angustiados ojos miel en Ivar—. Ni siquiera tuve tiempo de hacerme una prueba, en el albergue no tuve oportunidad, tampoco privacidad o dinero, pero eso lo deberías de saber, tú me orillaste a llegar ahí…Ivar se levantó de la silla y comenzó a caminar por la habitación, arrepentido del pasado y preocupado por el futuro, pero de algo estaba seguro en ese momento: quería al bebé.—…Tú dijiste que no tenías intenciones de tener un
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