42. Un abrazo largo y doloroso
Subo las escaleras lentamente esperando, casi rogando, que Logan no esté en casa. Lo sé, mientras mas pronto terminemos esto, será lo mejor para todos. Pero no alcanzo a imaginar qué le voy a decir, qué me va a decir él, si quiere verme, si… El pensamiento muere en mi cabeza antes de concretarse cuando levanto la vista y lo veo, de pie, frente a su puerta, mirándome. Mis pies se paralizan mientras mi corazón late desbocado cuando nuestras miradas se cruzan. Se le ve con un semblante hosco y descuidado. No es el Logan pulcro que conozco, pero aun así sus rasgos atractivos y varoniles, que imaginé durante muchos días deben ser muy similares a los de, los de nuestro padre, se pueden observar. Las palabras se quedan atoradas en mi boca y no atino a decir ni hacer nada. Es Logan quien, con pasos cortos y lentos, se acerca poco a poco a mí. Mis ojos no pueden despegarse de su rostro abatido y sus deliciosos labios, esos labios que recorrieron todo mi cuerpo prodigándome nada m
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