No recuerdo una sola ocasión en la que haya pensado en mi padre. Cuando escuchaba a otras niñas hablar sobre ellos, no sentía tristeza o añoranza, porque para mí, mi familia estaba completa tal como era. No tengo recuerdos de mi padre y nunca he sentido que me falte algo importante en mi vida ya que la figura esencial a mi alrededor me brindó todo el cariño y el apoyo que necesitaba. Mamá asumió perfectamente ese rol enseñándome y guiándome de maneras significativas. También es posible porque desde pequeña ella me enseñó a encontrar fuerza y confianza en mí misma, por lo que desarrollé una independencia emocional que me permitió crecer sin sentir un vacío por esa ausencia. Ir a Marejada es uno de mis mejores recuerdos. Tenía tan solo quince años y, me enteré mucho después, mamá había perdido su trabajo y agobiada porque el dinero se acababa al no encontrar otro empleo, decidió, sin más justificación que ser feliz y hacerme feliz, tomar todas nuestras cosas y mudarnos a ese pueb
Habíamos pasado solo un par de semanas en Marejada, cuando mamá me preguntó si me gustaría vivir en la ciudad. Nunca habíamos vivido en un lugar tan grande y me emocionó la posibilidad de hacerlo. La ciudad representaba una oportunidad fascinante, llena de posibilidades y experiencias nuevas. Solo podía imaginar la ciudad como un lugar vibrante y dinámico, donde hay infinitas opciones de entretenimiento, acceso a mejores estudios, una mayor diversidad cultural y la posibilidad de conocer gente nueva y diferente. Cuando llegamos, a medida que el auto se adentraba en la ciudad, mis ojos se abrían con más intensidad tratando de captar todos los detalles. Las luces de los semáforos parpadeaban con colores vibrantes y los rascacielos parecían tocar el cielo, gigantes comparados con las casas bajas del pueblo. Desde la ventanilla, vi las aceras repletas de gente caminando a paso apresurado, cada una con su rumbo, su prisa, su propósito. Los escaparates de las tiendas estaban llenos de
Trabajar en el despacho Olvera-Smith no fue tan complicado. El proceso de aplicación inicial fue pan comido gracias a mi impecable y robusto curriculum y a mi experiencia académica. Las pruebas técnica y psicológica, aunque exhaustivas tampoco fueron problema. Las entrevistas con los socios eran mi mayor preocupación. Me intrigaba saber si estando frente a frente me recordarías. Afortunadamente no fue así, ha pasado mucho tiempo. Además yo ya no soy esa niña robusta y sin gracia que era hace cinco años. El tinte de mi pelo, las gafas que cambié por lentes de contacto, los kilos de menos y el maquillaje me hacen lucir muy diferente. Noto en tu mirada una mezcla de curiosidad cuando me presento. Tomas la mano que te extiendo y te atreves a preguntarme, franco como siempre, si nos conocemos de algo. Yo esbozo mi mejor sonrisa y niego categóricamente. Me miras con mucha atención y escuchas las respuestas rápidas y precisas que doy a todos los cuestionamientos, me parece que intent
Encontramos el diario de Analí y una llave en el escondite. Logan dijo reconocer la llave mientras la tomaba y seguía su forma con los dedos. Nos miramos fijamente cuando abro el cuaderno y notamos de qué se trata. Sin pronunciar palabra nos sentamos en la sala y comienzo a leer. Nunca imaginé el impacto que tendría lo escrito en esas páginas. A medida que las palabras salen de mi boca, noto el peso de cada frase, siento la carga de lo que estoy leyendo. Aunque no lo veo, aún no me atrevo a levantar la mirada, puedo imaginar lo que siente Logan: incredulidad, shock, dolor, tristeza, enojo. Las palabras se quedan atrapadas en mi boca, creando pausas cada vez más largas mientras comprendo la gravedad de lo que estoy diciendo. No puedo continuar al sentir que la respiración de Logan se detiene y muy lentamente levanto el rostro para verlo. Sus manos, que no han estado relajadas, ahora se tensan mucho más, apretando los puños mientras se aferra al pantalón arrugado. Su rostro
Mientras Logan sigue en su habitación no puedo dejar de dar vueltas por la cocina. Todo comienza a tener sentido. Siempre se trató de ella. De Analí. El destino nos juntó para que descubramos su triste final. Para limpiar su memoria aunque se ensucie más con estas revelaciones. - Para que terminemos lo que inició. Para que pueda descansar en paz. - Me repito tratando de justificar un poco lo que hizo. Lo que le hizo a Logan. Miro hacia la puerta cerrada y el corazón me duele. Trato de imaginar lo que Logan está sintiendo en este momento, pero es casi seguro que no tengo ni la más remota idea. Por el momento no puedo hacer otra cosa más que darle su espacio para procesar lo que hemos descubierto. Me acerco al sillón y tomo la libreta. Lentamente me siento en el sitio de antes y continuo la lectura. No tiene ningún sentido someter a Logan a más verdades. *** Hace mucho que no escribía. Las cosas van a muy buen ritmo. Logan y yo ya somos amigos y es muy evidente que tiene un
El diario de Analí descansa sobre mis piernas. El aire tiene una pesadez que parece extenderse más allá del auto de Logan, envolviendo el paisaje en silencio. Los kilómetros pasan lentamente, como si el tiempo mismo estuviera suspendido mientras el motor ronronea de fondo, ajeno a lo que sentimos. El paisaje, aunque cambiante, parece irrelevante, como si los edificios a la orilla de la carretera fueran solo sombras pasajeras. Las manos de Logan se aferran al volante con firmeza, aunque puedo notar que su mente está lejos, inmersa en mil pensamientos. El ritmo constante de la carretera, con su monótono desfile de líneas blancas y amarillas, se convierte en un acompañamiento sordo para nuestro estado emocional. Los recuerdos, las preocupaciones y el dolor parecen repetirse en mi cabeza sin lugar para distracciones. El silencio es absoluto dentro del auto: todo se siente distante, como si el mundo siguiera adelante mientras permanecemos atrapados en una espiral en declive. Vamos al
Logan toma la carpeta después de escuchar mi explicación sobre las anotaciones de las dos mujeres y me pide que salgamos de ahí. No logro descifrar su mirada. No sé si veo miedo, enojo o desilusión en sus ojos. No sé si intenta mantener la calma mientras procesa la gravedad de todo esto o si está ocultando sus propios sentimientos para no explotar. Vamos a la casa de su padrino. Es un viaje largo, pero está bien. Logan tiene que decidir si lo va a confrontar directamente con acusaciones o si optará por un enfoque más cauteloso, intentando obtener información antes de desenmascararlo. Creo que necesitamos tener una conversación antes de llegar pero, pero no sé cómo abordarlo. Miro hacia Logan que conduce con la vista fija en la carretera y el corazón se me estruja. La mano que extiende y posa sobre la mía sin siquiera mirarme me infunde un poco de ánimo. Cuando voltea a verme y me dice que todo estará bien, me forzo a esbozar una ligera sonrisa en respuesta al leve movimient
Cuando la veo por primera vez, es como si el pasado regresara de golpe. No tengo que preguntar quién es, la semejanza es innegable. Cada rasgo, cada gesto me recuerda a Logan, como si una parte de él siguiera viva frente a mi, en los ojos de su hija. Por un momento el tiempo parece detenerse. La sorpresa me invade, pero también algo más profundo, una mezcla de nostalgia y una punzada de tristeza. Es como si lo estuviera viendo a través de ella; el brillo en su mirada, las pequeñas expresiones que son inconfundibles. La reacción me golpea como una ola. Primero, una sacudida de incredulidad, como si no pudiera confiar en lo que estoy viendo. Me quedo quieto, tratando de procesar cómo alguien se puede parecer tanto a otra persona. Es imposible no sentir un nudo en la garganta, una mezcla de emociones me atrapan: sorpresa y tristeza de saber que lo que me dijo mi ahijado sea verdad. Las palabras no me salen de inmediato, verla, tan parecida a él, hace que se me revuelva el estómago.