Capítulo dieciocho. ¡Eres un maldito semental!
Amber se movió con sutileza, el cuerpo le dolía. No el cuerpo no, específicamente su coño. Thiago había cumplido su promesa y la había follado hasta hacerle ver las estrellas. Se sentía tan jodidamente dolorida, pero tan malditamente satisfecha que no pudo evitar reprimir el gemido que abandonó sus labios.—Santo infierno, Amber, no te muevas —gruñó Thiago a su oído y entonces Amber fue consciente de que el hombre estaba enterrado aun dentro de su intimidad.—¡Vas a matarme! —gritó Amber cuando Thiago movió la cadera y se enterró un poco más en ella.—No te escuché quejarte anoche, gritar sí, pero quejarte…—Idiota —gruñó Amber al escuchar las palabras de Thiago, sabía que se estaba burlando de ella, sobre todo cuando escuchó su risita.—Vamos a bañarnos, necesitamos ir a casa y volver a la oficina. Esto es jodidamente caliente y adictivo, pero tengo una compañía que dirigir —Thiago se lamentaba que no fuera fin de semana, porque sí, estaba loco. Loco e idiota por Amber, si por él fue
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