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Todos los capítulos de LA ASISTENTE DEL MAFIOSO: Capítulo 11 - Capítulo 20
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CAPÍTULO 11 —Toma una decisión después de esto.
Anastasia. Fue casi imposible no dar dos pasos hacia atrás, parecía que el hombre fuese a atacarme, y para completar, escuché un montón de copas caerse, y al girarme me di cuenta de que yo había sido la causante cuando choqué con un mesero.Puse las manos en mi boca al ver la bandeja y las copas partidas en el suelo.—Lo siento mucho… —No pasa nada… —mi jefe intervino y el mesero asintió más bien como si él tuviera la culpa.—Yo puedo ayudar… —dije e intenté agacharme de inmediato, pero en el instante sentí cómo una mano rodeó mi brazo. —No… ya nos vamos… —tuve que mirar el agarre, sus dedos alrededor de mi brazo, por supuesto, cubiertos por mi chaqueta, estaban fijos, pero eso no pudo evitar mi agitación. —Señor… Mi jefe no se detuvo, caminó conmigo tomada del brazo, y luego salimos a la calle, mientras el aire golpeó en mi rostro.Allí todos lo esperaban, y luego escuché cómo él ordenó a “A la suite” y mis alarmas se activaron. Yo no podía echar todo lo que era solo por perder
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CAPÍTULO 12 —Unas cuantas cuadras de delantera.
Anastasia. Necesité levantarme con urgencia, me había comunicado con ellos por texto, pero imaginaba que necesitaban comprobar después de semanas, que yo no estaba mintiéndoles. A tal vez fuese mera preocupación. Me limpié el rostro, y me senté en un sofá cuando deslicé el dedo por la pantalla, y tanto mamá como papá, aparecieron en mi teléfono y me obligué a darles mi mejor cara. —Es ella… —sonreí al escuchar a Igor. —Pá… má… ¡Qué sorpresa! —noté como papá se acercó a la cámara y traté de que no se viera mucho el fondo. —¿No estás en la cama aún? ¿Por qué tienes el traje de tu graduación? Sonreí aún más. —Hoy teníamos una reunión de negocios. Terminó algo tarde y el evento era elegante. Mamá sonrió, pero papá era un poco escéptico. —¡Oye…! Eso es genial… —Lo es… —¿Estás disfrutando tu trabajo? —preguntó con una sonrisa, y me provocó contarles toda la verdad. —Ammm si… yo… —Nos alegra mucho cariño. Aquí en el barrio todos saben que trabajas para la mejor empresa de Rusia
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CAPÍTULO 13 — Todo ha acabado para mí.
Anastasia. Había planeado mil excusas, todas muy válidas para salirme de este embrollo, pero no sabía con qué valentía lo iba a enfrentar.A diferencia de ida, regresar pasó en minutos, y cuando mis pies estuvieron en Moscú sentía alivio y terror a la vez, pero ya vería qué podría hacer en los siguientes días para cambiar la idea de mi jefe, con respecto a mis padres.De ninguna manera se podían encontrar.Me senté a su lado en un auto negro, y luego vi cómo él se me quedó mirando.—Luka… vamos a la dirección donde siempre recogen a Anastasia… —parpadeé lentamente mirando a Luka delante y luego me giré hacia el jefe.—Señor, yo…—¿Necesitas decir algo?Me agité mucho, no solo por mis padres, tal vez ellos no habían visto el rostro de jefe, pero ¿mis vecinos?—¿Va a ir ya? Quiero decir… hoy mismo… ni siquiera he legado con ellos a saludar después de este viaje y…—Por supuesto… ¿Crees que no sé qué, con esta mente llena de estrategias, buscarás las forma repeler este encuentro? Pequeñ
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CAPÍTULO 14 —Un contrato indefinido.
Anastasia. Por un momento todo se paralizó en mi cuerpo, y mis ojos fueron directamente a él. Mi mirada le dijo en son de súplica que no continuara. Él no tenía idea de lo que podía dañar si decía la verdad, y si no estaba mostrando desespero ahora, mi imagen frente a mi familia, estaría completamente arruinada.Entonces di dos pasos, y lo pronuncié, pese a mi padre, a mamá y a la misma Irina que estaba a mi lado.—Señor… por favor…El jefe me devolvió la mirada por unos segundos, una que me hizo cerrar la boca, pero de inmediato vi cómo la quitó para observar a mis padres y hablar:—No pude dejar de venir aquí… para decirles que Anastasia es la empleada del mes… nunca hemos tenido a alguien tan eficiente… —parpadeé muchas veces con el corazón en la garganta mientras mi madre se giró hacia mí para ofrecerme una sonrisa.—¿Solo eso? —mi padre intervino, y mamá le pegó un codazo.—No, por supuesto que no…—Señor… —traté, pero él levantó la palma mientras papá fruncía más el ceño.—Prim
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CAPÍTULO 15 —Una boca demasiado dulce.
Anastasia. Por un segundo miré a la mujer que se cruzó de brazos, y luego volví a los ojos del jefe que estaban esperando por mí.—No tengo problema de que su abogada esté presente, Señor…Detallé cierta decepción en aquellos ojos, pero bajé la mirada cuando sentí que el corazón se me quería salir del pecho.Ajusté mis gafas, hoy había utilizado un atuendo de color gris, y viéndome en el vidrio de la oficina, pensé que había sido una mala elección. Me veía pálida como un cadáver.Una asistente nos acomodó el lugar, y nos ofreció algo para beber. Yo decliné enseguida, mientras escuché como la mujer llamada Vicky, sonrió pidiendo una bebida a estas horas de la mañana.Abrí mis ojos impresionados y luego escuché al jefe:—Café negro, sin azúcar para mí…—Sí, señor…Los tres nos sentamos en cómodos sofás, y luego saqué rápidamente el iPad que el jefe me había dado.—He enviado el informe sobre los mercados del otro día en Estados Unidos… están listo para que los vea… —él asintió mirándom
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CAPÍTULO 16 —Una cena, no laboral.
Anastasia. Me agité demasiado, y por primera vez en medio de esta nube oscura, tuve un poco de cordura, y salí de su encerrona y lo rodeé.—Señor… por favor, ¿de qué se trata esto? ¿Se burla de mí?Él puso dos de sus dedos en la boca, y se sintió pensativo. Caminó hacia el escritorio, y luego tomó la carpeta.—Vete o quédate… —me los entregó—. Ve a casa o quédate en la oficina, hoy leerás este contrato, y lo discutiremos esta noche…—¿Qué? —alcé mi voz frustrada.Entonces él se frenó y se giró hacia mí.—No veremos esta noche… te buscarán para traerte a un lugar…—No, señor… no voy a trabajar fuera de mi horario…—No vamos a trabajar… será una cena, no laboral —se acercó mucho, incluso su respiración golpeó mi rostro mientras mi pecho subía y bajaba.—Señor Kozlov…—Anastasia Ivanova… —él dijo seguro—. La veré esta noche… a las siete… como siempre, puntual…Él tomó mi mandíbula y dio un beso corto en mi mejilla, y sin más se fue de la oficina, mientras yo me dejé caer en su silla.Po
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CAPÍTULO 17 —Cabello suelto, ¿una señal?
Alexey Kozlov. —Señor… ella está dentro… —golpeteé mis dedos contra el pasamanos del auto y asentí hacia Luka.—Nadie puede entrar a este lugar después de mí…—Hecho, señor… no se preocupe.Tomé el aire, recosté la cabeza al asiento y cerré los ojos.—Solo… necesitas control con ella… —me lo repetí varias veces, porque me estaba siendo bastante difícil que el ardor no me quemara.Esta chica era algo raro que no podía descifrar con facilidad, eso sin sumar cuando miraba sus ojos, parecía como si uno se fuese a perder en ellos. Tampoco podía dejar de mirar su cuerpo desnudo detrás de su ropa de vieja, y el hecho en que su nerviosismo se formara frente a mí todo el tiempo, me tenía absolutamente desquiciado.Froté mis manos.No sabía qué mierd@s hacía a estas alturas, porque podía estarme follando a cualquiera, pero necesitaba que ella se quedara cerca.De alguna forma me perturbaba que alguien pudiera descubrir su inocencia extrema, de alguna manera me desquiciaba que alguien quisiera
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CAPÍTULO 18 —Deseo que me pertenezcas…
Anastasia. Sentí que mi tímpano se agudizó cuando escuché al jefe muy cerca de mí. Lo correcto y prudente es que me levantara de este sillón, y me fuera de este lugar. Había alertas, grandes y rojas, mi mente me estaba diciendo en este momento que me detuviera, y que era ahora cuando debía escapar de esta situación. Que era ahora, o nunca. Pero la sensación que me atrapaba, la forma en cómo me sentía, era inexplicable… Sentí que este cuadrado en el que vivía siempre, se estaba rompiendo, y por sus brechas entraba un aire que aumentaba mi adrenalina, una que se parecía a la felicidad de cuando obtuve la realización de mis metas escolares, pero era multiplicada por diez mil, sumado al límite de lo prohibido. Una situación que se esparcía por todo mi sistema, algo muy nuevo, y muy codiciable… De lo que siempre me recriminé, de todo lo que me dijeron que estaba mal. “Corromperte”, la palabra se gritó en mi cabeza, y la garganta se me secó entera. Me eché para atrás un poco, y solo
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Capítulo 19 — Un ángel y un demonio.
Anastasia. —Cariño… ¿Estás bien? Has estado muy callada… —levanté la mirada para ver los seis pares de ojos, que me observaban de forma fija. Papá, mamá e Irina. Entonces afirmé. —Es el trabajo… tengo mucho, gracias a Dios, pero… las distancias me están costando un poco… Papá arrugó el ceño, y mamá se apresuró a preguntar: —Tal vez puedas comprarte un auto… uno económico… —No… es inseguro para la niña… —papá refutó, y mi mente solo me acusaba. —El jefe… cree que soy una pieza muy importante para su empresa, y que también necesito un chofer… Mamá sonrió junto a Irina, pero papá tenía esa mirada rayada de duda. —¿Entonces? —preguntó mientras mi corazón se aceleró. —Creo que… tengo que buscar un piso cerca al edificio… cerca de la empresa… siempre nos toma unos cuarenta minutos o más… Pude escuchar la agitación de sus respiraciones. Mis manos sudadas movían los dedos por debajo de la mesa, y luego escuché a papá: —Ana… esas chicas libertinas siempre buscan un piso lejos de su
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Capítulo 20 — La mujer de Alexey Kozlov.
Anastasia. Tuve que intervenir varias veces en la negociación que estábamos haciendo por la mañana, pero fue bastante difícil mantener la compostura, cuando debajo de la mesa, mi mano era sujetada por él. Su pulgar acariciaba mi dorso, y muy de vez en cuando, rozaba sus piernas con las mías. Y creía que lo hacía adrede por su sonrisa fuera de contexto. Al finalizar, creo que mi jefe no debía comprar dichas acciones, las cifras en cuanto a la ganancia eran mínimas con respecto a lo que iba a invertir, y yo debía decirle eso en algún momento. —¿Entonces? ¿Hacemos un trato? —el hombre frente a nosotros preguntó, pero el jefe me observó. —¿Qué dices? ¿Las compramos? Lo miré pensando y haciéndome ideas en cómo me involucraba, pero sacudí mi cabeza y le dije: —Señor… ¿Podemos tener unos segundos? —No… —él respondió rápido—. Dime las cosas aquí mismo… Y miré al hombre frente a mí con vergüenza. No quería ponerlo en vergüenza. —Yo… las acciones son buenas, y… —¿Las compro o no señor
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