Anastasia. Me agité demasiado, y por primera vez en medio de esta nube oscura, tuve un poco de cordura, y salí de su encerrona y lo rodeé.—Señor… por favor, ¿de qué se trata esto? ¿Se burla de mí?Él puso dos de sus dedos en la boca, y se sintió pensativo. Caminó hacia el escritorio, y luego tomó la carpeta.—Vete o quédate… —me los entregó—. Ve a casa o quédate en la oficina, hoy leerás este contrato, y lo discutiremos esta noche…—¿Qué? —alcé mi voz frustrada.Entonces él se frenó y se giró hacia mí.—No veremos esta noche… te buscarán para traerte a un lugar…—No, señor… no voy a trabajar fuera de mi horario…—No vamos a trabajar… será una cena, no laboral —se acercó mucho, incluso su respiración golpeó mi rostro mientras mi pecho subía y bajaba.—Señor Kozlov…—Anastasia Ivanova… —él dijo seguro—. La veré esta noche… a las siete… como siempre, puntual…Él tomó mi mandíbula y dio un beso corto en mi mejilla, y sin más se fue de la oficina, mientras yo me dejé caer en su silla.Po
Alexey Kozlov. —Señor… ella está dentro… —golpeteé mis dedos contra el pasamanos del auto y asentí hacia Luka.—Nadie puede entrar a este lugar después de mí…—Hecho, señor… no se preocupe.Tomé el aire, recosté la cabeza al asiento y cerré los ojos.—Solo… necesitas control con ella… —me lo repetí varias veces, porque me estaba siendo bastante difícil que el ardor no me quemara.Esta chica era algo raro que no podía descifrar con facilidad, eso sin sumar cuando miraba sus ojos, parecía como si uno se fuese a perder en ellos. Tampoco podía dejar de mirar su cuerpo desnudo detrás de su ropa de vieja, y el hecho en que su nerviosismo se formara frente a mí todo el tiempo, me tenía absolutamente desquiciado.Froté mis manos.No sabía qué mierd@s hacía a estas alturas, porque podía estarme follando a cualquiera, pero necesitaba que ella se quedara cerca.De alguna forma me perturbaba que alguien pudiera descubrir su inocencia extrema, de alguna manera me desquiciaba que alguien quisiera
Anastasia. Sentí que mi tímpano se agudizó cuando escuché al jefe muy cerca de mí. Lo correcto y prudente es que me levantara de este sillón, y me fuera de este lugar. Había alertas, grandes y rojas, mi mente me estaba diciendo en este momento que me detuviera, y que era ahora cuando debía escapar de esta situación. Que era ahora, o nunca. Pero la sensación que me atrapaba, la forma en cómo me sentía, era inexplicable… Sentí que este cuadrado en el que vivía siempre, se estaba rompiendo, y por sus brechas entraba un aire que aumentaba mi adrenalina, una que se parecía a la felicidad de cuando obtuve la realización de mis metas escolares, pero era multiplicada por diez mil, sumado al límite de lo prohibido. Una situación que se esparcía por todo mi sistema, algo muy nuevo, y muy codiciable… De lo que siempre me recriminé, de todo lo que me dijeron que estaba mal. “Corromperte”, la palabra se gritó en mi cabeza, y la garganta se me secó entera. Me eché para atrás un poco, y solo
Anastasia. —Cariño… ¿Estás bien? Has estado muy callada… —levanté la mirada para ver los seis pares de ojos, que me observaban de forma fija. Papá, mamá e Irina. Entonces afirmé. —Es el trabajo… tengo mucho, gracias a Dios, pero… las distancias me están costando un poco… Papá arrugó el ceño, y mamá se apresuró a preguntar: —Tal vez puedas comprarte un auto… uno económico… —No… es inseguro para la niña… —papá refutó, y mi mente solo me acusaba. —El jefe… cree que soy una pieza muy importante para su empresa, y que también necesito un chofer… Mamá sonrió junto a Irina, pero papá tenía esa mirada rayada de duda. —¿Entonces? —preguntó mientras mi corazón se aceleró. —Creo que… tengo que buscar un piso cerca al edificio… cerca de la empresa… siempre nos toma unos cuarenta minutos o más… Pude escuchar la agitación de sus respiraciones. Mis manos sudadas movían los dedos por debajo de la mesa, y luego escuché a papá: —Ana… esas chicas libertinas siempre buscan un piso lejos de su
Anastasia. Tuve que intervenir varias veces en la negociación que estábamos haciendo por la mañana, pero fue bastante difícil mantener la compostura, cuando debajo de la mesa, mi mano era sujetada por él. Su pulgar acariciaba mi dorso, y muy de vez en cuando, rozaba sus piernas con las mías. Y creía que lo hacía adrede por su sonrisa fuera de contexto. Al finalizar, creo que mi jefe no debía comprar dichas acciones, las cifras en cuanto a la ganancia eran mínimas con respecto a lo que iba a invertir, y yo debía decirle eso en algún momento. —¿Entonces? ¿Hacemos un trato? —el hombre frente a nosotros preguntó, pero el jefe me observó. —¿Qué dices? ¿Las compramos? Lo miré pensando y haciéndome ideas en cómo me involucraba, pero sacudí mi cabeza y le dije: —Señor… ¿Podemos tener unos segundos? —No… —él respondió rápido—. Dime las cosas aquí mismo… Y miré al hombre frente a mí con vergüenza. No quería ponerlo en vergüenza. —Yo… las acciones son buenas, y… —¿Las compro o no señor
Anastasia. —¿Confías en mí? —asentí embelesada, que él me hubiese dicho esa palabra que ahora tintineaba en mi mente, me tenía la vida descuadrada. “La mujer de Alexey Kozlov”, pero de pronto, me caí duro de la nube, y una preocupación muy grande me llenó entera. —Confió… —respondí de forma agitada—. Pero mis padres no pueden enterarse… de nosotros… ellos… —Shuuu… —sus caricias en mis hombros desnudos fueron demasiado. —Señor… —¿Qué te dije sobre eso? —Ale… Alexey… —su sonrisa se amplió mucho—. Necesito mis gafas… Él chasqueó la lengua, y de un momento a otro, me bajó de su torso. Lo vi caminar hacia el centro, tomó mis gafas y vino y me las puso él mismo. —Tengo algo que decirle… —él asintió yendo a sacar algo de una vitrina digital, y luego lo vi encender un puro. —Adelante… ¿Quieres algo de tomar? —negué levantándome y no dudé en ponerme mi suéter enseguida, pero dejé mi cabello suelto. Apreté mis manos, y luego me detuve delante de él con mucho nerviosismo. —Yo… tardo u
El temblor de mi cuerpo ya se burlaba de mí a estas instancias, yo era una bola de gelatina que vibraba en orden a una sola célula en este momento. La excitación. Mi mente, aunque confusa, se había dejado llevar por el montón de hormonas que ahora gobernaban mi sistema, y decir que esto era sobre humano, era quedarse corto. Los brazos de mi jefe abrazaban toda mi cadera, echándola hacia él todo el tiempo. Su mano se hundía en mi vientre como si con eso intensificara la acción. Y sé que, si mis padres supieran lo que había hecho con mis vellos íntimos, me condenarían irremediablemente, pero unos días antes había leído sobre la depilación básica, y había agradecido al menos haber comprado una hojilla, aunque me había hecho varios cortes en el intento. Aunque nunca para este fin, y Dios lo sabía. Nunca había pensado que mi zona íntima tuviese tantas conexiones, la boca de Alexey parecía un castigo, y aunque se veía que lo disfrutaba, había algo en mi conciencia que no me dejaba del
—Parece un sitio tranquilo… —mi madre comentó cuando llegamos a una especie de residencia.Estaba aterrada con esa mirada rayada de mi padre, y eso que Alexey no había aparecido hasta ahora, sin embargo, aquí estaba Luka, que se apresuró a abrir una casa de dos pisos mientras cerré mis ojos.¿Por qué Alexey no me había hecho caso, y había optado por algo más simple?Ni siquiera iba a vivir aquí de todas formas.—¿No es muy grande para ti? ¿Cuánto costará? —Irina se despegó de mi mano para correr por el jardín, y Luka me dio un asentimiento para que pudiéramos entrar a la casa.—Papá… esta residencia tiene cierto convenio con la empresa… ¿Verdad, señor Luka?Luka me miró, y luego asintió.—Si… de hecho… yo vivo en la esquina… —él señaló—. Con mi esposa e hijos… es una zona muy familiar… además de que la empresa nos da un descuento.Miré a mi padre que de alguna forma liberó sus hombros, y luego me giré a Luka.Él no tenía ni esposa, ni hijos, era el trabajo sucio de Alexey, y por lo qu