Pamela se encuentra nerviosa, no encuentra a manera correcta de decirles a sus suegros que está embarazada. Ha intentado varias veces más llamarle a su esposo para darle la noticia a él primero, pero es lo mismo, no obtiene respuesta. Ella ya se ha resignado a que él no vuelva por ella, total desde su inicio la odió y solo ha sido un contrato, su afecto fingido.— Pamela, necesito que me acompañes a un viaje en el extranjero. —Le informó su suegro, mediante una llamada a su celular.— ¡Qué! —Exclamó ella, con preocupación.— ¿Qué pasa? Por qué te sorprendes, eres mi mano derecha y necesito que vayas conmigo.— Lamento reaccionar así, señor. Lo que sucede es que… eh, yo no estoy bien del estómago y volar me hará mucho mal.— Oh, no te preocupes por eso, querida. En el camino al aeropuerto compraremos unas pastillas para controlar las náuseas y asunto arreglado.Pamela no tiene otra opción, tendrá que aceptar viajar con su suegro y jefe, ella no quiere comentar sobe su embarazo y deberá
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