Sí, después de cuatro años, los esposos se han reencontrado y ahora se están viendo directo a los ojos y se han quedado sin palabras.Cada uno en su mundo de pensamientos, con la diferencia de que a uno se le nota en sus fosas nasales que resopla de molestia y la otra tiembla de miedo. Lo cierto es que en ambos ha vuelto a florecer aquel amor que un día sintieron por el otro y que creyeron haberlo olvidado con el tiempo.― ¿En qué le puedo ayudar a la niña, señor? ―Preguntó muy profesionalmente, cortando toda aquella tensión que se ha formado dentro del consultorio.― Eh, sí, bueno, ella es mi hija y tiene un historial de neumonía. Ahora se siente cansada y estoy muy preocupado. ¿Es posible que la puedas atender? ―Quiso saber, temiendo que ella no lo quiera hacer por ser su hija.― Claro que sí, señor, para eso estoy aquí, para ayudar a todos los niños.― ¿Por qué me dejaste, Pamela? ―Cuestionó de repente.― Estoy en mi centro de trabajo, por favor no me interrumpa hablando de asunto
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