Jennifer Stone —Hay yo quede con hambre.— Se queja Adriana cuando nos vamos en su auto. —No podía quedarme allí, No puedo creer que mi madre todavía siga empeñada en eso.— Expreso entre dientes, mientras mi teléfono comienza a repicar, miro el identificador y es mi mama, no quiero que siga atormentándome por lo que apago el teléfono. —Te entiendo, sería horrible que te casaras con él, serias muy infeliz.— Me dice ella, mientras maneja. —Vamos a comer a cualquier lugar.— Sugiero. —Tienes razón, no podemos morirnos de hambre.— Responde contenta, ambas podemos pagar ella tiene un empleo excelente y yo ahora también, por lo menos el pago es excelente. —Estoy comenzando a construir una panadería, era para ella, y mira con lo que me salió.—Estoy muy decepcionada de lo que ella me hizo, a veces pienso que no soy su hija, me trata como una mercancía. —Cada quien da lo que tiene en el corazón, tu eres una de las mejores personas que conozco, siempre has dado el cien por ciento de ti.— Me
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