Después de casi un mes, encerrada en esas cuatro paredes de esa habitación tan fría y blanca, el doctor me permitió salir puesto que mi peso aumentó considerablemente y ya no tenía tanto riesgo como en un principio. Mañana me dan el alta, pero antes de irme a casa van a revisar el estado del bebé y, siendo muy honesta, no quiero verlo ni escuchar los latidos de su corazón. Podré parecer la peor persona para muchos, pero no me siento cómoda ni mucho menos feliz de tener un bebé no deseado ni querido creciendo en mi interior. Cora, Jacob y Logan se veían emocionados con la idea de saber del bebé, aunque no se atrevían a decir algo al respecto, lo podía ver en sus ojos. Con Logan ahora son muy pocas las palabras que cruzamos, pero no ha dejado ni un solo segundo de estar al pendiente de mí, de traerme buena comida a escondidas de las enfermeras y de hacerme compañía a diario. Me confunde su manera de actuar, más porque no puedo saber lo que en realidad está cruzando por su mente. —¿Est
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