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Todos los capítulos de Gemela equivocada, amor correcto: Capítulo 31 - Capítulo 40
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Capítulo 31. Un largo regreso a casa.
Después de tomar la decisión de volver a casa, Madison quiso compartir la noticia con los únicos amigos que tenía en el pueblo. Ese día el restaurante donde trabajaba no abría sus puertas por lo que tenía el día libre.Al despertar llamó a su amigo el cocinero para decirle que iba a ir a su casa porque necesitaba hablar con él.―Tome la decisión de volver a casa, Johnny ―dijo cuando estuvo sentada en la mesa de la cocina de su amigo tomando un té.En los últimos meses el cocinero y ella se habían vuelto buenos amigos, fue entonces que Madison descubrió que Johnny era la pareja de Henry, el dueño del restaurante.Fueron las únicas personas que supieron quién era realmente Mary Ann. Johnny le ayudó en todo lo que pudo para hacer su vida más fácil, incluso le ofreció que se mudara con ellos mientras estaba embarazada y tenía a su bebé. Madison se negó, no quería abusar de su amabilidad, entonces le recomendó volver a casa para aclarar su situación legal con Simón y pedir el divorcio―Aun
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Capítulo 32. ¡Te encontré!
Simón estaba parado fuera de la guardería de la empresa mirando a los niños de uno y dos años jugar. Su sueño de tener hijos se había desvanecido junto con su esposa.No fue hasta después de que Madison desapareciera, que se dio cuenta cuanto deseaba a ese bebé que quería tener solo para complacer a su abuelaPasaba casi todos los días a ver a los chiquillos de la guardería porque le recordaban a Madison. Sus trabajadores estaban muy agradecidos con su esposa por crear la guardería y se lamentaban que no hubiese regresado a la empresa.Y el no podía decirles que la mujer que vivía en su casa no era su esposa, y que esta no estaba interesada en sus problemas, ni en los de nadie, que suficiente tenía con los suyos.Con el remordimiento de conciencia.Simón había desistido de obligar a Margaret a tomar el lugar de Madison en actos sociales y eventos, no tenía ganas de verla a la cara y pensar que por el estúpido plan de su cuñada, su esposa estaba muerta.Porque no había otra razón para
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Capítulo 33. El descubrimiento para Simón.
Madison pegó un grito del susto de encontrarse a su esposo, la bebida que llevaba en la mano cayó sobre el cojín del asiento, el vaso se abrió y el té caliente salpicó el costoso abrigo de Simón.―¡Maldita sea, Simón! Me asustaste ―gritó Madison atrayendo la mirada de sus amigos.Con rapidez tomó una de las mantas y comenzó a limpiar el cojín de coche que afortunadamente eran de cuero.―¿Este es Simón Barton? ¿Tu esposo? ―cuestionó Henry mirando a Simón.Su amigo se había volteado completamente para inspeccionar a Simón.«Sí. Definitivamente es más guapo en persona» pensó Henry.―Sí, él es el hombre de hielo, Simón Barton ―respondió Maddy dándole una mirada de rabia a su esposo.―¿Quieres que lo eche, cariño? ―preguntó Johnny mirándola por el espejo retrovisor.―No, es necesario, solo vine a llevarme a mi esposa ―respondió Simón indiferente ante la amenaza.―Me quedaré con mis amigos, así que puedes marcharte ―señaló Madison.«Aún no estoy preparada para lidiar contigo, me duele demas
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Capítulo 34. Algunas verdades dolorosas.
Madison lo miró con rabia, ¿cómo se atrevía a dudar de la paternidad de su hija? Eso no se lo perdonaría jamás. Con toda la dignidad que pudo reunir en su barato camisón, caminó hacia su maleta y sacó la carpeta con los análisis e informes que su médico le dio para entregar al doctor que la atendería en Corpus Christy. Se acercó a Simón y con rabia los puso en sus manos.―Lo único que responderé a tu odiosa pregunta es que tengo veintiocho semanas de embarazo, como dice mi informe médico, si sabes contar echa tus números, Simón, porque yo no tengo ningún interés en responderme o justificarme ante ti. Quiero que salgas de la habitación, mires el informe del médico, lo dejes en la mesa de afuera y te vayas, estoy cansada y quiero dormir.Simón tomó la carpeta y se marchó a la sala de la suite como le ordenó su esposa, necesita luz para ver la historia clínica que el doctor le entregó a Madison. Necesitaba leer todo lo que allí había.Sacó la cuenta y su cálculo le confirmó que Madison
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Capítulo 35. Algunas verdades y una sorpresa.
Madison sabía que debía levantarse, pero no podía abrir los ojos, quería seguir durmiendo un par de horas más, pero a través de sus párpados podía sentir la luz de la mañana. Había dejado la cortina descorrida la noche anterior porque sabía que era la única forma de despertar.―Buenos días, Madison, ¿qué te gustaría desayunar? ―preguntó Simón parado en la puerta de la habitación.―¿Qué demonios haces en mi habitación, Simón? ―dijo Madison tratando de abrir los ojos.―Vine a preguntarte lo que quieres comer, así lo pido mientras te duchas ―respondió él con calma. Tenía rato parado en la puerta viéndola dormir, no se atrevía a despertarla así salieran a mediodía, cuando le pareció que estaba despierta fue que se atrevió a hablarle―¿Cómo entraste? ―cuestionó ella ―. ¡No me digas que dormiste aquí! ―exclamó sin darle tiempo de responder y fulminándolo con la mirada. Simón la miró y le pareció que estaba más bonita que nunca, la había extrañado mucho, Madison se había convertido en la lu
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Capítulo 36. Las pesadillas se vuelven realidad.
Simón empujó a Madison dentro del baño, cerró la puerta y la guio hasta meterse en el cubículo del medio. Él entró detrás de ella y cerró la puerta del metal de este. Ayudó a Madison a subirse al borde del inodoro, ella se recostó a la pared para darle espacio para que él se subiera de esa manera si alguien entraba al baño y miraba por debajo de la puerta del cubículo no los verían .Los oídos le pitaban por el estruendo de la explosión, la adrenalina corría libre por sus cuerpo ante el peligro inminente. Solo habían pasado unos segundo, pero el tiempo se ralentizo para ellos.―¿Qué fue eso? ¿Qué ocurre? ―preguntó Madison en un susurró a Simón.Él mas que escucharla le leyó los labios.―No lo sé ―dijo en voz muy baja aunque era probable que los escucharan por los disparos que aún sonaban.Ella también tuvo que mirar sus labios para entenderlo, estaban muy cerca, frente a frente, Simón le hizo una rápida caricia en el rostro antes de hablar:―¿Dónde está tu teléfono?Ella lo sacó de su
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Capítulo 37. Una larga espera.
Madison vio con horror como el delincuente disparó contra Simón impactando contra su pecho y tumbándolo de nuevo al piso. Buscó sus ojos, él la estaba mirando, el grito que brotó de su garganta resonó en todo el lugar.Madison pudo ver en la mirada vidriosa de Simón que él quería despedirse, imagino mil cosas que decirle ante de que se fuera para siempre.Cuando el pistolero levantó su arma para rematarlo Madison intentó levantarse para lanzarse encima de su esposo y cubrir su cuerpo con el suyo, tenía que evitar que ese hombre le hiciera más daño, pero él la apuntó con su arma.Madison tuvo que elegir entre salvar a su hija o a su esposo, gritó con desesperación porque sabía que debía proteger a ese ser inocente que crecía dentro de su cuerpo, era lo que Simón querría.Al ver que ella desistió el delincuente apuntó de nuevo a Simón, antes de que pudiera disparar la puerta se abrió con un estruendo y el jefe de seguridad disparó a la cabeza del secuestrador matándolo en el acto.Más g
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Capítulo 38. A veces no se puede evitar a la familia.
Al escuchar las duras palabras de los hermanos de Simón, Henry y Johnny, que estaban sentados uno a cada lado de Madison, se levantaron de sus asientos para encararlos. La joven se levantó y puso las manos sobre los brazos de sus amigos para aplacarlos. Después dio un paso adelante y los apuntó con el dedo.―En primer lugar, no soy la mujercita, soy la esposa de Simón, así que me trataran con el debido respeto. En segundo lugar, de haberme enterado de la amenaza de Los Zetas hubiese permanecido resguardada porque lo menos que quiero es perder a mi esposo; y en tercer lugar, ustedes no tienen el derecho de meterse entre lo que ocurre entre marido y mujer, cualquier queja que tengan al respecto se la dirán a su hermano cuando despierte ―le dijo con su mejor tono de maestra.Los hombres le dedicaron una sonrisa maliciosa, sus amigos relajaron su postura al ver el cambio de actitud de los hermanos de Simón―Simón tenía razón cuando dijo que ella no aguantaría nuestra mierda ―señaló el más
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Capítulo 39. Decisiones que pueden tener un alto precio.
Los ojos de Marga se llenaron de lágrimas contenidas, era la primera vez en su vida que Maddy la golpeaba, y eso le dolió muchísimo porque su hermana siempre le había perdonado todas sus trastadas.Nunca pensó que Madison se cansara de ella, que la mirara de esa manera, sin embargo, su orgullo salió a flote y adoptó una pose desafiante, aunque por dentro se sentía rota.―Tal vez me merezco esto, pero no soy de poner la otra mejilla, Madison, lo dejaré pasar esta vez, pero no vuelvas a golpearme nunca más.Marga giró sobre sus talones y salió de la sala de espera con el mismo andar cadencioso con el que entró, a pesar de que las lágrimas casi no la dejaban ver.«Antes muerta que dejar que vea como me afectó su desprecio» pensó mientras caminaba por el pasillo.Sus pasos se apresuraron cuando dio la vuelta en la esquina y casi corrió al baño, necesitaba encerrarse en un lugar donde pudiera botar todas esas lágrimas contenidas. Max, el guardaespaldas que Simón le había asignado a Madison
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Capítulo 40. Una segunda oportunidad.
La Navidad llegó cuando Simón estaba hospitalizado, y como al día siguiente de que lo pasaran a la habitación el médico había quitado las restricciones a las visitas, el hospital les permitió hacer una pequeña celebración en la habitación del paciente.Solo estuvieron presentes, Lucía, Meredith, los hermanos de Simón y Madison, porque Marga prefirió quedarse en el hotel, por nada del mundo quería volver a enfrentarse a su hermana, más aún cuando se enteró de que Maddy estaba embarazada.Se sentía muy dolida de que Madison la hubiese sacado de su vida.Johnny y Henry se habían marchado a Amarillo cuando supieron qué Simón sobreviviría, tenían un restaurante que atender. Se llevaron de regreso el Volvo ya que sabían que Madison no lo necesitaría.Los regalos fueron comprados en una tiendita que había dentro del hospital, cosas insignificantes y sin mucho valor económico, pero que les recordaron que estaban en Navidad. Que estaban juntos y vivos, lo cual de por sí constituía un milagro.
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