Portia no entendió al principio qué estaba pasando, observó la silueta de los hombres frente a ellos y uno tenía un arma en la mano, la extendió y le apuntó directo a su cuerpo, pero Carlo, que parecía había entendido perfectamente lo que estaba pasado, se interpuso entre ella y los hombres.— Esto no es contigo, rubiecito — le dijo uno de los hombres, tenía una voz aguda, como el sonido de una rata y Portia se pegó al cuerpo de Carlo al notar que algo andaba realmente mal. La espalda del hombre le ofreció un resguardo seguro, pero se sintió como una egoísta al esconderse y dejar que él se encargara de todo, así que trató de salir para dar la cara, pero la mano fuerte del hombre la sostuvo tras él.— Pues, vengo acompañando a la señorita, así que que sí es algo que me incumba — el hombre dio un paso al frente y le apuntó con el arma al pecho de Carlo, apuñalándolo en el fuerte pectoral.— Te estoy diciendo que te apartes, no es una pegunta, es una orden — Portia estaba agarrada de la
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