Todos los capítulos de Una esposa XL para el magnate mujeriego : Capítulo 31 - Capítulo 40
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Capítulo 31: Tengo una mujer en casa que me puede ayudar
Elizabeth se había quedado con la mano colocada sobre la puerta para impedirle salir.De todos los escenarios posibles que alguna vez imaginó el que estaba ocurriendo no era parecido a nada de lo que su cabeza hubiera elucubrado.Jamás había visto a Roger con esa mirada, con tanto odio dirigida a ella y menos habría imaginado que quisiera llevarse a Andrew así, sin más, sin antes ir pasar un tiempo con su hijo para que ambos se adaptaran uno al otro.—Te entiendo, te juro que lo hago —comenzó a decir Elizabeth y la sonrisa retorcida que se mostró en el rostro de su marido no significaba felicidad, se estaba burlando.—¿Me entiendes? Si me hubieras entendido no estaríamos en esta situación, pero ya es costumbre. Tú no te dignas a escucharme, yo tampoco quiero seguir escuchando tus excusas, estamos a mano, ¿te parece?Andrew, que parecía percatarse de la tensión que había en el ambiente, le echó los brazos a ella para que lo abrazara, pero Roger no se lo permitió.Su marido se apartó de
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Capítulo 32: Quería a Roger y hundiría a quien hiciera falta para conseguirlo
Roger fingió que se marchaba, condujo un par de calles y en cuanto tuvo la oportunidad regresó.Aparcó a una cierta distancia y se quedó vigilándola para asegurarse de que tomaba ese taxi o que alguien venía por ella.Pasaron quince minutos cuando vio aparecer el coche de su suegro y de él salió Bastian, el amante que según decía su esposa resultaba que solo era un amigo.Apenas lo vio, su esposa se echó a sus brazos y esa pulga salida del infierno la abrazó y la metió en el interior del coche.Roger, con las manos hecha puños y a punto de romperse los dientes de tanto apretarlos, entró al su coche y estuvo a punto de perseguirlos, pero miró a su hijo y se marchó a casa.Cuando llegó a su casa con su hijo en brazos se encontró con Alexander.Su amigo tenía el rostro ceniciento y una expresión de preocupación.—Lo siento, no la pude detener… ¿Y este niño? —preguntó mirando a Andrew.Antes de que pudiera contestar Nathan, uno de los hijos de Alexander y el mayor de ellos, se acercó para
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Capítulo 33: ¿Qué iba a hacer sin él?
Elizabeth llegó a la empresa junto a Bastian.Su amigo la había visto tan mal el día anterior que esa mañana se dignó en estar listo incluso antes que ella.Perfumado hasta casi echarse el bote entero y vestido como si fuera de fiesta a buscar un nuevo novio, la había tomado del brazo como si estuviera inválida y la mantuvo sujeta todo el camino.Contrario a su personalidad habladora, su amigo se había mantenido en silencio todo el trayecto y no habló hasta que estuvieron en la empresa.—Estoy muy molesto —fue lo primero que soltó apenas llegaron al pasillo donde se encontraba su oficina y Elizabeth le mostró su escritorio.El mismo en el que ella trabajó dos años.—¿No te gusta? —preguntó—. Por más que me gustaría colocar tu escritorio en el interior de la oficina, los dos sabemos que no me dejarías trabajar porque no puedes estar en silencio mucho tiempo, pero aquí podrás ver todo lo que pasa… Y lo que en realidad quiero decir es que podrás ver a cada hombre que trabaja aquí.—No me
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Capítulo 34: Te quiero lista a las ocho o volveré a llevarme a Andrew
Elizabeth intentó recomponer su aspecto, pero ya era tarde.—¿Dónde se supone que está el señor cerbero? —masculló en voz baja y Roger la observó en silencio.—¡Mamiiiiii! —gritó su hijo y comenzó a dar pequeños botecitos en los brazos de su padre.Elizabeth se apresuró a levantarse y tomarlo en brazos.—Hola, hijito, te extrañé —dijo y le dio un beso en la mejilla—. ¿Querías ver el trabajo de papá por eso estás aquí?Ella quería rellenar el silencio porque Roger no decía nada y no le quitaba la vista de encima.Se asomó a la puerta y vio a Bastian con la boca abierta y dando fuertes ronquidos.—¿También te falló la niñera y tuviste que traer a tu amiguito al trabajo? —comentó Roger con burla.—No, en mi caso cometí el error de creer que podría ser un buen asistente, pero falló protegiendo la puerta, ¿cuál es tu excusa? ¿Decidiste enseñarle a Andrew a trabajar desde la infancia? No te tenía por un explotador infantil.Si él iba a hacer leña del árbol caído, no se quedaría a la espera
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Capítulo 35: Te quedarás en mi habitación, pero yo también estaré en ella
Su esposo no esperó a que fueran las ocho de la tarde, eran apenas las siete y media cuando se presentó con Andrew en brazos y una terrible expresión de cansancio.—¿Estás lista? Me quiero marchar antes, tuve un día complicado —dijo y miró a su hijo que estaba irreconocible.—Roger… ¿Podrías decirme qué ocurrió? —Elizabeth, al principio, se preocupó porque su hijo tenía el cabello húmedo y solo estaba envuelto con la chaqueta del traje de su padre—. ¿Y su ropa?Su esposo fingió que ella no estaba allí porque no la miraba al rostro cuando le hablaba.—No preguntes —dijo y observó a su hijo con los ojos entrecerrados—. Mejor vámonos que es tarde. Porque has aceptado mi propuesta, ¿no?Su última pregunta se escuchó con un tono de desesperación.Ella había estado pensando todo el día en cómo negarse a esa imposición.Cuando Elizabeth se ofreció a acompañarlo, él se negó y le dio a entender que estaba con otra mujer. Y ahora se lo exigía de malas formas y casi como un chantaje.Estar en la
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Capítulo 36: ¿Qué hacía un hombre desnudo en su cama?
A pesar de llegar a una casa llena de desconocidos, Elizabeth se sintió cómoda enseguida.Durante la cena, Roger y Alexander se habían sentado juntos y no dejaban de murmurar entre ellos, pero Diana había sido muy amable con ella y también con Bastian.Algo que su marido y su amigo no habían hecho, porque todo el tiempo le andaban lanzando miradas asesinas.Había cometido un error muy grande al presentarlo como su novio, pero en ese momento fue lo primero que se le ocurrió.Bastian no podría pasar por heterosexual nunca, cuando él veía a un hombre guapo se le alteraban las hormonas y no podía ocultarlo.Su amigo no parecía molestarse por las miradas que le echaban, él estaba muy entretenido escuchando las anécdotas que Diana les contaba de cuando Alexander y Roger trabajaban juntos.Le habría gustado conocer a ese Roger que describía, al parecer su marido había cambiado con el tiempo.Lo cierto era que Diana le agradaba mucho, le habló a lo largo de toda la cena y no permitió que se s
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Capítulo 37: Esto es una señal de que lo que íbamos a hacer no estaba bien
Roger escuchó la puerta del baño abrirse y vio a su esposa asomarse y mirar la habitación.Se quedó muy quieto y tapado casi por completo.Para su suerte la oscuridad lo ocultaba bien y no es que no quisiera que lo descubriera, solo era que no estaba dispuesto a que le pidiera que se marchara.Ella al final acabaría por darse cuenta de que él estaba en la cama, pero no estaba dispuesto a dormir en el sofá y más cuando añoraba tanto dormir con su esposa.Dormir, porque era lo único que tenía planeado hacer.Si se había desnudado es porque así le gustaba descansar, no porque estuviera buscando otra cosa.Lo único que Roger quería era volver a dormir con Elizabeth a su lado porque llevaba tres años sin hacerlo.Elizabeth se acercó a la cama con la luz apagada, él, que estaba acostumbrado a la oscuridad, pudo ver su movimiento y se dio cuenta que estaba yendo hacia el lado izquierdo.Él siempre dormía en esa parte y ella lo sabía.De forma inconsciente su esposa lo buscaba, aunque se emoc
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Capítulo 38: No se puede reconstruir sobre un terreno que no está firme
No iban a pasar toda la noche así, con ella de pie en mitad de la habitación y con la mirada clavada en el piso como si se estuviera regañando a sí misma.Estaba tan metida en su mundo que se sorprendió cuando se colocó frente a ella y le alzó el mentón para que lo mirara.—¿Estás así porque te avergüenzas de que tu amiguito nos haya visto de esa forma? —De pronto, una idea descabellada se le pasó por la mente—. ¿Estás enamorada de él?Elizabeth abrió muchos los ojos y negó con la cabeza.—Sé que fue una tontería decirte que él era mi amante cuando a la vista está que eso no sería posible.—No estoy hablando de él, estoy hablando de ti. Lo proteges, lo cuidas, incluso me lo impusiste como condición. Dime la verdad, ¿has llegado a sentir algo…Por él? —le costó preguntar, porque si le decía que sí le iba a doler mucho.Elizabeth sonrió como si se le hubiera venido a la mente algún recuerdo agradable y eso provocó que a Roger el mundo se le viniera encima, pero después volvió a ponerse se
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Capítulo 39: No pienses y ven a trabajar conmigo
Elizabeth despertó, pero no abrió los ojos al momento.Aquel sofá en el que había dormido era una maravilla, esperaba despertar con dolor de cuerpo, pero se sentía demasiado cómoda.Un suspiro en su espalda provocó que abriera los ojos con rapidez y mirara a su alrededor.Se sorprendió al ver que no era la sala y que lo que tenía alrededor eran los muebles de la habitación de su esposo.Un par de manos masculinas aferraban sus pechos, Roger no había perdido la costumbre de dormirse así.¿En qué momento ella regresó a la habitación?Lo último que recordaba era haberse marchado huyendo a la sala porque no se veía capaz de resistirse a su esposo.No quería moverse porque si lo hacía él despertaría y tendría que explicarle que al parecer se había vuelto sonámbula y acababa en su cama.Lo que le faltaba, ya actuaba de forma inconsciente para ir a enredarse entre sus brazos.Al menos continuaba vestida con la misma ropa que se había puesto la noche anterior y no había intentado abusar de él
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Capítulo 40: Le sacaremos información a la pulga
Roger se arregló con rapidez y se fue a buscar a Alexander a su habitación.Quería contarle lo ocurrido la noche anterior y hablarlo con él.Llamó a la puerta con suavidad, según su amigo su esposa tenía un sueño muy pesado y ni una bomba podía hacerla despertar.Lo intentó varias veces hasta que un despeinado Alexander le abrió la puerta.Llevaba arañazos por todo el pecho.—¿Te acostaste con un gato? —le preguntó sarcástico y su amigo puso esa expresión de prepotencia que tan bien se le daba.—Por tu cara de amargado a ti la gata se te escapó.—Deja de burlarte y sal, que quiero hablar contigo… O mejor espero a que Diana se despierte y lo hablo con ella. —Alexander alzó el puño y apretó los labios.—Ahora salgo, deja que me vista que no me fio ni un pelo de la pulga del infierno. Me mira con deseo. —Hizo como si le diera un escalofrío y se adentró en la habitación.Cuando Alexander estuvo listo, Roger lo guio por la casa hasta llegar a su despacho.Después de que Elizabeth se marcha
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