Su hermana tenía cinco años de casada, exactamente, la misma cantidad de tiempo en que no le veía la cara.—Me voy a casar, Isa—anunció un día, llamándola por el diminutivo que siempre utilizaba.—¿Casarte? Pero ni siquiera sabía que tenías novio—no pudo evitar sorprenderse, ¿de cuándo acá su hermana andaba de amores?—Lo sé, es un poco inesperado, pero ya está decidido.—¿Y cómo es que tomas una decisión tan importante de la nada?Helena era la mayor, pero en ocasiones solía comportarse como una chiquilla enamoradiza. Sus pensamientos eran incomprendido, o, al menos, Eloísa no lograba seguir el hilo de aquellos irracionales sueños que se trazaba.—Lo conocí en el hotel. Mientras acomodaba su habitación, él entró, nos miramos, fue amor a primera vista.—¡Por Dios, Helena, estás loca!—Regresa esta semana a su país, Isa. Y, me pidió que me fuera con él, ¿puedes creerlo?La menor negó repetidamente, sin poder creerse todas las locuras que su hermana estaba diciendo. Claro, aquella no er
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