67. A tus pies. Hoy y siempre
Después de un par de horas y de recorrer algunas tiendas, Kathia escogió un vestido crema con caída de seda que, entre uno y otro, fue el que más le gustó.Cuando llegó a casa, se encontró con la grata sorpresa de que Cassio ya estaba allí, en la cocina, preparando lo que parecía ser la cena con la hija de ambos de ayudante.— ¡Mami, papi y yo estamos haciendo tu pasta favorita! — dijo la pequeña, con un poco de crema en la comisura de los labios.La joven madre sonrió y besó su mejilla, diciéndole que olía delicioso, después se acercó a su prometido y lo miró con esos profundos ojos avellanas de los que él estaba enamorado.— ¿Y todo esto? Pensé que llegarías más tarde.— No soporté la idea de que pudieses seguir molesta conmigo.Ella suspiró.— No estoy molesta contigo — le aseguró, alzando la mano para acariciarle la mejilla —. ¿En qué les ayudo?— En darte una ducha y ponerte algo cómodo — le dijo él —. Del resto nos encargamos nosotros, verdad que sí, ¿cariño?Cassie asintió rápi
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