Todos los capítulos de Ex esposa voy a conquistarte: Capítulo 61 - Capítulo 70
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61. El día del juicio
— Estás molesta — le dijo Cassio desde el sofá donde Kathia le había pedido que se recostara y no se moviera, mientras ella estaba en la cocina y le preparaba una comida bastante reconfortante.— No — musitó sin mirarlo.— Te conozco y sé que lo estás.Kat dejó lo que estaba haciendo por un segundo y al fin alzó la vista.— Estoy preocupada — le confesó —. Esto se está saliendo de control y tú no le estás dando la atención correspondiente.Cassio intentó incorporarse, pero ella le señaló con el cuchillo, así que nuevamente se recargó contra el sofá.— Lo voy a resolver.— Eso llevas diciendo las últimas dos semanas, y contrario a eso, parece empeorar — dijo firmemente, negando con la cabeza —. No creo que haya sido una buena idea hacerte responsable de esto. La prensa no va a dejarte tranquilo, sigues siendo la comidilla de todo el país, y ahora con esto…Intentó no quebrarse, pero más le pudo el llanto y se dejó ir.— Kat… — se levantó y caminó hasta ella, ignorando su mirada de repr
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62. El final de todo aquello
El juicio fue un desgaste emocional.Y es que, por lógica, Francesca no tenía previsto quedarse de manos atadas, así que contrató a un equipo de abogados que estaba allí dispuesto a todo y más.La primera en tener que declarar fue Clara. Ella reveló como había conocido a la acusada, y todas las amenazas y daños psicológicos a los que la había sometido.El segundo fue Maurizio, quien no omitió detalles de su complicidad con la mujer con pruebas en mano, como tampoco de que se haría completamente responsable de enfrentar a la ley por sus delitos cuando el juicio acabara.Clara no estaba al tanto, al menos no que fuese tan pronto, por eso no pudo evitar que las lágrimas la asaltaran con conmoción.Cassio no solo dio su versión de los hechos, sino que al fin pudo reunir todas las pruebas que su equipo de investigación había estado buscando todo ese tiempo.Francesca sabía que estaba perdida, pero desconocía hasta qué punto. Nada la relacionaba con el tráfico humano, eso fue lo que pensó,
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63. Eres un hombre inocente, ve con tu familia
Las nuevas noticias causaron revuelos en el país.Revuelos positivos.Para esa hora del día todo el mundo estaba hablando respecto a la biografía, y se mostraron enternecidos a través de comentarios y post en todas las redes sociales. La disculpa nacional de Gina fue en parte de gran ayuda, porque no solo admitía haber manipulado información en contra del Garibaldi, sino que dejaba a Kat ajena al desprestigio por haberse publicado tal cosa sin su consentimiento.Sin más, la mujer decidió que no respondería preguntas por el momento, y que solo quería ir a casa con su familia y dejar todo eso atrás. Kathia se había encargado a través de Valerio, que su padre, en nombre de la revista, no la demandara, pues Gina había resultado ser una víctima más de la red de manipulación y amenazas de Francesca.Valerio tocó a su puerta, sacándola de los largos minutos de ensimismamiento.Kat alzó la vista y después se incorporó para recibirlo. En ese momento, quizás por todo lo que estaba sucediendo, s
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64. ¡Cásate conmigo… otra vez!
Kathia sentía que el corazón iba a perforarle el pecho en cualquier momento, y es que desde la última llamada con Cassio no había dejado de experimentar esa sensación de ansiedad y adrenalina, como si fuesen dos adolescentes que se verían al fin por primera vez.Piero ya la esperaba con el auto encendido cuando terminó su jornada laboral en la revista. Con Cassio habían quedado en que se verían primero en el pent-house; había sido una propuesta de él y ella no tenía la mínima intención de oponerse a esa idea, así que cuando se deslizó en el asiento trasero, le dio un poco de forma al cabello, se pintó los labios y se puso su perfume favorito.Las luces estaban apagadas cuando introdujo la llave que aún tenía en su poder. Se quitó la chaqueta y la dejó por allí mientras avanzaba.— ¿Hola? ¿Cassio? — llamó con suavidad, increíblemente nerviosa. De pronto, en el salón, un caminito de pétalos blancos se abrió bajo sus pies, y un pequeño letrero de luces con una flecha decía “sígueme”Sonr
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65. Días maravillosos… y una mujer que quiere interferir
Despertaron al alba, con el mar de fondo y el rumor de las olas rompiendo suave contra la orilla.— Buenos días — ronroneó él, pegado a ese cuerpo cálido y femenino.Kathia ladeó una sonrisa.— Buenos días — respondió con voz queda, dándole un anhelo beso —. ¿Qué hora es?Cassio echó un vistazo al reloj en su muñeca.— Las seis.— Cassie debe estar preguntando por mí.—Llámala y pídele a Sarah que la tenga lista. La llevaremos a desayunar — propuso, besándole el hombro. Ese día quería pasarlo con su familia. No había nada que deseara más.Kathia sonrió antes de salir de la cama, todavía desnuda. Buscó el móvil y marcó a Sarah en una videollamada.La joven niñera contestó con una sonrisa.— ¿Cómo salió todo? ¿Le dijiste que sí? — preguntó a modo de saludo, entusiasmada.Kathia abrió los ojos, y tardó un segundo en comprender que ella sabía, así que no le quedó más remedio que soltar una risita y mostrar el anillo que brillaba en su dedo.— ¡Oh, Kat, es tan precioso! ¡Me pongo muy feliz
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66. A Kathia no le gusta lo que ve
— ¿Está todo bien? — le preguntó él tan pronto Vanessa cerró la puerta.Kathia asintió con una sonrisa torcida.Había algo en esa mujer que a ella no la terminaba de convencer, pero tampoco quería parecer que estaba celosa, sobre todo cuando estaban viviendo días increíbles y maravillosos.— Está todo perfecto — se inclinó para darle un beso en los labios al tiempo que él le acariciaba seductoramente las piernas, y ascendía hasta que sus manos desaparecían por entre su camisa.El abdomen de Kat se contrajo por el repentino cambio de temperatura y emitió un sonidito que a Cassio le pareció de lo más divino.— Me encanta tenerte aquí — admitió contra sus labios, jactándose de su sabor amielado, y en el instante en el que quiso subirle la camisa, ella lo detuvo sonrojada.— ¿Qué haces? — musitó, sonriendo como quinceañera —. Recuerda que he venido aquí a trabajar y no por placer.— Puedes hacer tu trabajo perfectamente, mientras soy yo quien te da placer — le dijo, incorporándose e incli
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67. A tus pies. Hoy y siempre
Después de un par de horas y de recorrer algunas tiendas, Kathia escogió un vestido crema con caída de seda que, entre uno y otro, fue el que más le gustó.Cuando llegó a casa, se encontró con la grata sorpresa de que Cassio ya estaba allí, en la cocina, preparando lo que parecía ser la cena con la hija de ambos de ayudante.— ¡Mami, papi y yo estamos haciendo tu pasta favorita! — dijo la pequeña, con un poco de crema en la comisura de los labios.La joven madre sonrió y besó su mejilla, diciéndole que olía delicioso, después se acercó a su prometido y lo miró con esos profundos ojos avellanas de los que él estaba enamorado.— ¿Y todo esto? Pensé que llegarías más tarde.— No soporté la idea de que pudieses seguir molesta conmigo.Ella suspiró.— No estoy molesta contigo — le aseguró, alzando la mano para acariciarle la mejilla —. ¿En qué les ayudo?— En darte una ducha y ponerte algo cómodo — le dijo él —. Del resto nos encargamos nosotros, verdad que sí, ¿cariño?Cassie asintió rápi
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68. Una ceremonia manchada de sangre
La ceremonia iba a celebrarse dentro de un par de horas y Cassio no cabía en su propio cuerpo de la emoción, y es que era como si de pronto un ser superior se hubiese apoderado de a él. Se sentía invencible. Enamorado… increíblemente enamorado.El lugar que juntos escogieron para la unión civil y la recepción había sido el salón de eventos de uno de los mejores hoteles del país. En un principio les dijeron que la fecha era muy cercana y no había disponibilidades hasta dentro de un par de meses más; sin embargo, Cassio no quería esperar tanto tiempo para estar nuevamente unido a Kathia hasta la eternidad, así que se reunió personalmente con el propietario y su esposa: Emilio y Grecia de Arcuri, y estos se mostraron flexibles ante su petición.Cassio quería hacer de ese día el más especial para ella, así que la gente que la quería y sabía era importante iba a estar presente.La hora llegó, y Kathia se miró a sí misma en el reflejo del espejo con ilusión. En el salón de eventos todo esta
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69. ¿Ella y el bebé iban a estar bien? ¡Estaba desesperado!
Las próximas dos horas Cassio parecía un león enojado, hambriento y enjaulado. ¿Por qué nadie salía a darle noticias de su mujer? ¿Qué diablos estaba ocurriendo allí dentro? Se preguntaba, mientras intentaba contenerse para no hacer un escándalo allí mismo. Lo que le estaba resultando muy... muy difícil.— Cassio — se acercó su prima, con un vaso de café de la máquina dispensadora. Él negó, caminando de un lado a otro. No quería nada, solo necesitaba saber si ella iba a estar bien o no. ¡Debía estarlo! ¡Debía estarlo o… iba a enloquecer en cualquier m4ldito momento! —. No ganas nada con ponerte así. Kathia es fuerte y estará bien.— ¿Entonces por qué nadie sale por esa puerta a darme razón de ella? ¿Por qué carajos…?En ese instante, el doctor que sabía estaba atendiendo a Kathia salió por la puerta.— ¿Son ustedes familiares de la paciente?— Es mi mujer. ¿Qué ha pasado? ¿Cómo está? ¿El bebé…?— Señor, tranquilícese. Su mujer está bien — explicó el doctor, quitándose el gorro. Cassio
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70. En las buenas y en las malas
Cuando Cassio volvió a llamar a Sarah para preguntar por Cassie y quizás intentar explicarle la situación, o al menos una parte, ella ya se había quedado dormida. Más tarde, esa misma noche, el doctor lo buscó para darle las buenas noticias de que Kat al fin había despertado y que había reaccionado favorablemente. En seguida, no dudó en pedir que le permitieran verla. El hombre asintió con una sonrisa. — Sígame. Al abrir la puerta de la habitación de Kathia, Cassio sintió que una parte de sí mismo se reintegraba a su piel, porque daba igual lo que dijese el médico o las enfermeras, él solo necesitaba saber que ella estaba bien por su propia cuenta. Estaba despierta, efectivamente, pero tenía una expresión cansada y sus parpados se abrían y cerraban con bastante dificultad. Aun así, no dejaba de ser la mujer más preciosa del planeta entero. Se acercó con sigilo y ella lo recibió con una pequeña sonrisa torcida. — Hola — musitó suave. Cassio escuchó esa pastosidad en su voz y p
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