Despertaron al alba, con el mar de fondo y el rumor de las olas rompiendo suave contra la orilla.— Buenos días — ronroneó él, pegado a ese cuerpo cálido y femenino.Kathia ladeó una sonrisa.— Buenos días — respondió con voz queda, dándole un anhelo beso —. ¿Qué hora es?Cassio echó un vistazo al reloj en su muñeca.— Las seis.— Cassie debe estar preguntando por mí.—Llámala y pídele a Sarah que la tenga lista. La llevaremos a desayunar — propuso, besándole el hombro. Ese día quería pasarlo con su familia. No había nada que deseara más.Kathia sonrió antes de salir de la cama, todavía desnuda. Buscó el móvil y marcó a Sarah en una videollamada.La joven niñera contestó con una sonrisa.— ¿Cómo salió todo? ¿Le dijiste que sí? — preguntó a modo de saludo, entusiasmada.Kathia abrió los ojos, y tardó un segundo en comprender que ella sabía, así que no le quedó más remedio que soltar una risita y mostrar el anillo que brillaba en su dedo.— ¡Oh, Kat, es tan precioso! ¡Me pongo muy feliz
— ¿Está todo bien? — le preguntó él tan pronto Vanessa cerró la puerta.Kathia asintió con una sonrisa torcida.Había algo en esa mujer que a ella no la terminaba de convencer, pero tampoco quería parecer que estaba celosa, sobre todo cuando estaban viviendo días increíbles y maravillosos.— Está todo perfecto — se inclinó para darle un beso en los labios al tiempo que él le acariciaba seductoramente las piernas, y ascendía hasta que sus manos desaparecían por entre su camisa.El abdomen de Kat se contrajo por el repentino cambio de temperatura y emitió un sonidito que a Cassio le pareció de lo más divino.— Me encanta tenerte aquí — admitió contra sus labios, jactándose de su sabor amielado, y en el instante en el que quiso subirle la camisa, ella lo detuvo sonrojada.— ¿Qué haces? — musitó, sonriendo como quinceañera —. Recuerda que he venido aquí a trabajar y no por placer.— Puedes hacer tu trabajo perfectamente, mientras soy yo quien te da placer — le dijo, incorporándose e incli
Después de un par de horas y de recorrer algunas tiendas, Kathia escogió un vestido crema con caída de seda que, entre uno y otro, fue el que más le gustó.Cuando llegó a casa, se encontró con la grata sorpresa de que Cassio ya estaba allí, en la cocina, preparando lo que parecía ser la cena con la hija de ambos de ayudante.— ¡Mami, papi y yo estamos haciendo tu pasta favorita! — dijo la pequeña, con un poco de crema en la comisura de los labios.La joven madre sonrió y besó su mejilla, diciéndole que olía delicioso, después se acercó a su prometido y lo miró con esos profundos ojos avellanas de los que él estaba enamorado.— ¿Y todo esto? Pensé que llegarías más tarde.— No soporté la idea de que pudieses seguir molesta conmigo.Ella suspiró.— No estoy molesta contigo — le aseguró, alzando la mano para acariciarle la mejilla —. ¿En qué les ayudo?— En darte una ducha y ponerte algo cómodo — le dijo él —. Del resto nos encargamos nosotros, verdad que sí, ¿cariño?Cassie asintió rápi
La ceremonia iba a celebrarse dentro de un par de horas y Cassio no cabía en su propio cuerpo de la emoción, y es que era como si de pronto un ser superior se hubiese apoderado de a él. Se sentía invencible. Enamorado… increíblemente enamorado.El lugar que juntos escogieron para la unión civil y la recepción había sido el salón de eventos de uno de los mejores hoteles del país. En un principio les dijeron que la fecha era muy cercana y no había disponibilidades hasta dentro de un par de meses más; sin embargo, Cassio no quería esperar tanto tiempo para estar nuevamente unido a Kathia hasta la eternidad, así que se reunió personalmente con el propietario y su esposa: Emilio y Grecia de Arcuri, y estos se mostraron flexibles ante su petición.Cassio quería hacer de ese día el más especial para ella, así que la gente que la quería y sabía era importante iba a estar presente.La hora llegó, y Kathia se miró a sí misma en el reflejo del espejo con ilusión. En el salón de eventos todo esta
Las próximas dos horas Cassio parecía un león enojado, hambriento y enjaulado. ¿Por qué nadie salía a darle noticias de su mujer? ¿Qué diablos estaba ocurriendo allí dentro? Se preguntaba, mientras intentaba contenerse para no hacer un escándalo allí mismo. Lo que le estaba resultando muy... muy difícil.— Cassio — se acercó su prima, con un vaso de café de la máquina dispensadora. Él negó, caminando de un lado a otro. No quería nada, solo necesitaba saber si ella iba a estar bien o no. ¡Debía estarlo! ¡Debía estarlo o… iba a enloquecer en cualquier m4ldito momento! —. No ganas nada con ponerte así. Kathia es fuerte y estará bien.— ¿Entonces por qué nadie sale por esa puerta a darme razón de ella? ¿Por qué carajos…?En ese instante, el doctor que sabía estaba atendiendo a Kathia salió por la puerta.— ¿Son ustedes familiares de la paciente?— Es mi mujer. ¿Qué ha pasado? ¿Cómo está? ¿El bebé…?— Señor, tranquilícese. Su mujer está bien — explicó el doctor, quitándose el gorro. Cassio
Cuando Cassio volvió a llamar a Sarah para preguntar por Cassie y quizás intentar explicarle la situación, o al menos una parte, ella ya se había quedado dormida. Más tarde, esa misma noche, el doctor lo buscó para darle las buenas noticias de que Kat al fin había despertado y que había reaccionado favorablemente. En seguida, no dudó en pedir que le permitieran verla. El hombre asintió con una sonrisa. — Sígame. Al abrir la puerta de la habitación de Kathia, Cassio sintió que una parte de sí mismo se reintegraba a su piel, porque daba igual lo que dijese el médico o las enfermeras, él solo necesitaba saber que ella estaba bien por su propia cuenta. Estaba despierta, efectivamente, pero tenía una expresión cansada y sus parpados se abrían y cerraban con bastante dificultad. Aun así, no dejaba de ser la mujer más preciosa del planeta entero. Se acercó con sigilo y ella lo recibió con una pequeña sonrisa torcida. — Hola — musitó suave. Cassio escuchó esa pastosidad en su voz y p
La celda en la que Francesca iba a vivir por un largo… largo tiempo, fue sustituida por unos gruesos barrotes y un espacio muy pequeño al que solo un guardia insobornable tendría acceso para proporcionarle únicamente sus alimentos. Fue lo que Sebastian Mancini le dijo a Cassio en aquella llamada una semana después.El CEO Garibaldi se mostró agradecido, y no dudó en invitarlo a cenar alguna vez a él y a su familia cualquiera de los veranos siguientes en Amalfi, donde ya residía con su familia. El Mancini por supuesto que aceptó y su mujer le pidió que enviara saludos a la suya.También, después de lo que había ocurrido en el hotel de los Arcuri, Cassio cubrió todos los daños materiales. Grecia, la mujer del importante hotelero, lamentaba que la ceremonia no se hubiese podido llevar a cabo, pero que las puertas seguían abiertas para ellos, incluso cuando decidieran vacacionar, solo tenían que comunicarse directamente y ella misma iba a hacer todo lo posible para asegurarles la mejor su
Tomó por ambos lados el elástico de la ropa interior y la deslizó por las torneadas piernas, llenándole la piel de besos y caricias que le arrancaron suaves y débiles quejidos a la mujer.Con una mano, le masajeó el muslo, y con la otra, le apretó la nalga.— Mm — ella se quejó de gusto, y él sonrió.— Date la vuelta — ordenó con voz profunda, y ella no dudó en responder obediente —. Ahora… manos contra la pared e inclínate para mí.Kathia se sonrojó, y fue exactamente lo que hizo, porque después de varias semanas, estaba muy… muy necesitaba, y quería que él le hiciera de todo y más.— ¿Estoy bien así? — le preguntó por encima del hombro.— Estás perfecta — respondió él, al tiempo que masajeaba ambos redondos y rosados glúteos, para después deslizar un dedo por el canal y encontrarse cara a cara con el cálido y húmedo jugo que goteaba de entre los pliegues —. Joder, Kat, estás exquisita.Y un segundo más tarde, probó largamente la carne, de principio a fin, mientras ella se retorcía d