CAPÍTULO 33. PARTE DE ESTA FAMILIA
Las piernas temblaron, cuando sintió su mano sobre su antebrazo, dirigiéndola al estudio, ni siquiera se atrevió a poner resistencia. Cada que lo tenía tan cerca a ella, perdía el control de su cuerpo, era el efecto que le provocaba, la desestabilizaba completamente, estaba perdidamente enamorada de él, era su debilidad. Se volvía un corderito, ante un feroz cazador. Entró al estudio y se arrinconó como cuando era niña y se había portado mal, sintiéndose pequeña ante la imponente presencia de Guillermo, apretó con fuerza sus puños, tensa. Sabía que había desatado su ira y esta vez no se lo perdonaría. —Ya es tiempo de que aclaremos las cosas —Guillermo la soltó de su agarre y cerró la puerta colocando el pasador. — ¿Quién te dio el derecho de entrometerte en mi vida? —preguntó furioso—, ya te lo había advertido y parece que no comprendiste nada. —No te enfades, lo hago por tu bien —se defendió mirándolo a los ojos—, lo hago porque me importas, más de lo que te imaginas. No merezco q
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