—¿ Qué quieres decir con que no la pueden encontrar ? —No sabemos como ha podido pasar. Solo... no está —. Se justificaba el médico, nervioso.— ¡Revisen las cámaras! ¡Encuéntrenla! — Gritaba Vásquez colérico. — Lleva mi hijo dentro ! Pediré la cabeza de todos ustedes si algo le pasa al embarazo! ¡Encuentrenlaaa! Mara llegaba a duras penas a la frontera del pueblo. Estaba mareada, casi desfallecida y a punto de desmayarse, pero solo pensaba en continuar. Ver a su hijo y al amor de su vida, era lo único que la mantenía en pie.Reposó la cabeza en un destartalado banco en una parada de autobús a la orilla de la carretera. Lo que debía ser un pestañazo se convirtió en varias horas. Cuando despertó de nuevo estaba anocheciendo. Las personas a su alrededor la miraban con desprecio, asco, e incluso algunos con miedo. Solo uno se atrevió a acercarse a ella. — ¿Está usted bien? — Era un chico que no podía tener más de diecinueve años, moreno y regordete. Llevaba una mochila, una male
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