— ¿ Sabes que te amo? — Mara abrazaba a su hijo, aprentándolo con todas sus fuerzas contra su pecho. Félix la miraba confundido. Ella sollozaba— ¡ Vamos, muevánse! Llegaremos tarde. — La voz tiránica de Vásquez la hizo saltar. Le puso la chaqueta a su pequeño sacudiendo algunas pelusas de su hombro y lo volvió a abrazar. — Eres un niño hermoso y muy intelgente, recuerda siempre que estás aquí para hacer grandes cosas y no olvides que no importa lo que los demás digan, sus malas acciones son un reflejo de sí mismos, no de lo que tú eres. Siempre estré contigo, recuerda bien esto. — Dai... — Balbuceó el niño, que desde que convivían con el monstruo había retrocedido en su aprendizaje y su vocabulario se había vuelto a reducir solo a esa sílaba. — Sí, amor, Dai... Dai — Mara lo besó en la frente y bajó con él de la mano. Dolores no sabía que decir, en secreto esperaba durante todo aquel tiempo que Mara hubiese cambiado de parecer, pero cuando la vio con el niño de la mano y la mis
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