Fiorella no era la única que estaba escuchando el arrebato de Francesco, Ginevra también lo estaba, no era difícil suponer el porqué, el muy idiota todavía sentía algo por Allegra, eso era obvio, pero era confuso para él y para todos, la odiaba, pero también la extrañaba, y por lo que estaba sucediendo en casa en ese instante, Ginevra supo que era en extremo peligroso.Peligroso que él descubriera que todo ese infierno que llevaba dentro era que aún la amaba, a su manera, como un poco troglodita, pero como tal, peligroso al fin, tanto para ella como para sus planes.Debía asumir el control de la situación, abrió cuidadosamente la puerta de su habitación para ver por una pequeña hendija, lo suficientemente grande como para darse cuenta de que Fiorella seguía de pie en el pasillo frente a la puerta de la habitación de su hijo.Esperó
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