Naiara La ceremonia había sido fantástica. Tantos años luchando, entrenando, preparándome. Y ahora todo había pasado. Y, sin embargo, toda mi atención iba al hombre que tenía frente a mí, mis dedos, involuntariamente al sello de su pecho. Layne me tomaba por la cintura, y me sostenía mientras dábamos vueltas por el salón. Mi matrimonio se suponía que iba a ser por compromiso, pero había logrado lo que yo más deseaba. Casarme con el hombre que yo amaba, casarme por amor. Él había jurado por mí, se había arrodillado… algo que estaba segura de que ningún otro hombre hubiese hecho. No quería ser emperador, no quería tener otro cargo que cuidarme, seguir siendo mi caballero. Y ahora mismo concentraba sus ojos en mí, mientras dábamos vueltas, bailábamos, ajenos a la música. Habíamos pasado horas y horas saludando a todos los invitados, a los ciudadanos que se había agolpado a vernos. Y por fin estábamos juntos aquí, frente a todos bailando. Pero en nuestro propio mundo. —Mi seño
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