Aunque seguía nerviosa por el incidente antes de tomar el taxi, Kate eligió no pensar en eso y llegó a su segundo empleo en el restaurante con todos los ánimos de poder completar un turno por una vez y ya no abusar de la confianza de su jefe y compañeros de trabajo.—¡Katie, querida! —Su jefe del restaurante, el Sr. Griego (ese no era su nombre real, pero todos lo llamaban así), la saludó alegremente al verla—. Lamento tener que hacerte trabajar con tu niño en el hospital, pero mi esposa insiste. —Le sonrió a modo de disculpa.—No se preocupe, esperó ya no tener que faltar tan seguido. —Lo miró con rostro culpable y se dirigió al vestidor para ponerse el uniforme, que era un poco demasiado corto para su gusto pero ya se había acostumbrado, y en el restaurante había calefacción así que no debía preocuparle ni que fuera invierno.—Hasta que al fin te apareces, Sra. Sadler. —Helena, la esposa del Sr. Griego, la miró mal cuando entró a la cocina.—Lo siento… —se disculpó por los días que
Leer más