Ema regresó al comedor con sudor empapando su frente, por la tanta preocupación que tenía. La astuta Beatriz, a quien había criado con sus propias manos, ahora tenía el control sobre ella. Aunque antes no les temía a si tuvieran o no tuvieran ninguna prueba, la situación había cambiado.Enrique ya no la trataba tan amablemente como antes, lo cual complicaba aún más la situación en la familia Hernández. En ese momento, tenía que ayudar a Beatriz con sus deudas, pero no quería ayudarle con su propio dinero. Así que la única opción era mantenerse persuadiendo a Enrique.—Enrique, a pesar de los muchos errores de Beatriz, ella sigue siendo la niña de tus ojos... Sabes lo obediente y amable que solía ser. Pero ahora, mi hermana está en problemas, mi cuñado está en estado vegetativo... la familia Sánchez está en una situación financiera difícil. Esa niña vive atemorizada, sin siquiera atreverse a regresar a su casa, acosada constantemente por los acreedores. Además, ella es mi propia sangre
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