Capítulo 40: Emiliano, ya sabe la verdad.
Juan Miguel plantó su vista llena de seriedad, en Emiliano, apretó sus puños. —Porque fue ella, la propia Luciana la que me dijo que no me amaba, que no la buscara, que se iba con su amante. ¿Qué podía hacer yo? —cuestionó respirando agitado—, y sí la busqué, meses después, y me enteré de que había muerto, y el dolor que sentí ese día fue tan grande, que hubiera preferido ser yo, y no ella. —Sollozó, su pecho subía y bajaba agitado—, y cuando volvía a casa, me accidenté, estuve en coma más de un año, cuando desperté no la recordaba, mi mente la había bloqueado, volvía a nacer, aprendí de nuevo a hablar, a caminar, aún tengo secuelas —comunicó. Emiliano se quedó helado, se aclaró la garganta, ambos habían tenido terribles accidentes a causa de la misma mujer, aunque ella no fuera la culpable directa. —¿Renunciarías de nuevo a ella? —No —contestó Miguel con firmeza—, no ahora que la encontré y sé que tenemos dos hijos, no es justo que me aleje de su vida, ni la de mis pequeños, yo n
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