Los días que le siguieron a la masacre de la tribu Yue, Regina poco miró a Alecksander. Ella aún dormía cuando él se iba y Alecksander regresaba tarde por la noche, incluso le había pedido que no lo esperara despierta. Ella sentía sus besos, sus caricias, y escuchaba sus murmullos amorosos cuando se metía en la cama, pero tenía tanto sueño que no se despertaba totalmente. Se giraba y se acomodaba en sus brazos para seguir durmiendo.Se despertó tardísimo ese día, con el cuerpo pesado y aún somnolienta, como si no hubiera dormido lo suficiente. A pesar de eso se levantó y apenas desayunó. Después se fue corriendo a ver a su suegro.Cuando iba por el pasillo que daba a la habitación del Lobo Negro, se encontró a una de las sirvientas, la que le daba el té. Ella agachó la cabeza al verla, pero Regina la detuvo.—¿Le llevaste el té? —preguntó, sabiendo que había pasado ya la hora. El día anterior su suegro no lo había tomado mientras ella estuvo ahí, porque estaba sumido en la inconscienc
Leer más