Había vuelto a quedarse dormida cuando se acostó en la cama nuevamente, angustiada por Leyla. Cuando despertó y miró la habitación, asimilando de nuevo dónde se encontraba y cuál era su situación, vio que el balcón lateral estaba abierto y que el aire cálido del verano se filtraba y hacía mover las cortinas de lino. Se levantó porque necesitaba empezar a conocer el lugar, si es que quería escapar lo más pronto posible. El viento movió su sedoso cabello negro cuando salió al balcón, sintiendo un poco de la libertad con la que siempre fue dichosa. El sol ya no estaba tan alto, así supo que se había quedado dormida durante mucho tiempo; quizás las tres o un poco más. Lo primero que observó fue el cielo, azul en esa parte, pero oscuro a lo lejos, como si en otro lugar se estuviera desatando una gran tormenta. Luego miró el bosque, sabía muy bien que estaba ahí porque lo vio al llegar hacía dos días. Lo atravesaron en auto, por una carretera asfaltada solitaria, unos tres o cuatro kilómet
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