Lana escuchó que tocaron a su puerta, ella se levantó de la cama, y fue a abrir, estuvo a punto de cerrar la puerta, en sus narices, pero Aaron fue más listo y entró, ella le miró incrédula de verlo de nuevo ahí —¿Tú, otra vez? ¿Qué quieres, Aaron? Él la miró fijamente, cerró la puerta tras de sí, y caminó hacie ella, solo dio unas grandes zancadas y consiguió atraparla entre sus brazos, ella sintió su fuerza, y su aliento que la calentaba —Aaron… déjame… —Te amo, Lana, esa es mi verdad, eres una sombra para mi orgullo, me vuelves débil frente a ti, vences mi rencor, o mi enojo, porque te amo, no soporto estar peleado contigo. Ella bajó la mirada, sentía que se estremecía, él acunó su rostro y besó sus labios, habái pasion en ese beso, toda la que él intentó contener, ahora no podía hacerlo, sus manos recorrieron su figura grácil, tocando por encima del camisón sus glúteos, y su espalda, su beso era tan codicioso, como si la quisiera por siempre, pronto la liberó del vestido, ella
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